Luego de que tal vez la gente le rezara al Santísimo, le prendiera velas a Malverde, o quizá llevara a cabo algún rito con gallinas negras, por fin hay semáforo en el cruce de Obregón y Buelna, en el mero centro de la capital sinaloense. Como que las aguas le refrescaron la caridad, o lo que sea, a los correspondientes del Ayuntamiento. Pasaron meses, oiga, sin semáforo en ese cruce. Y no valieron las denuncias en los periódicos Noroeste y El Debate, ni los accidentes que hubo, para que con premura instalaran el aparatito.
¿Será porque se había ido Juan de Dios Gámez Mendívil? ¿O será porque ya volvió? ¿O será porque ayer los gallos cantaron más temprano que otras veces? ¡Sabe! Pero de que ya hay semáforo, ni quien lo dude. Ni siquiera la puntita. Y punto.
