ROBO EN EL SANTUARIO EN PLENO DÍA DE REYES

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El reloj marcaba las 5:30 de la mañana del lunes 6 de enero de 1947 cuando el presbítero Manuel Orozco Madrigal, párroco del Santuario del Sagrado Corazón de Jesús, se presentó a iniciar sus diarias tareas en el templo encomendado a su celo apostólico. Al entrar al recinto, descubrió con espanto el sacrilegio que horas más tarde horrorizaría a los creyentes de la ciudad.

Los desalmados malhechores –registró la prensa—amparados en la sombra de la noche, penetraron por la ventana situada al lado derecho de la fachada del templo. Una vez dentro y violadas las chapas, “pudieron dedicarse tranquilamente a romper todas y cada una de las alcancías, de las que sustrajeron las limosnas”.

Minutos después se dirigieron al altar mayor y de su sitio arrancaron el Sagrario, justo donde las formas sagradas se encontraban depositadas. El padre Orozco daría cuenta de la falta de los tres copones de metal dorado, pero sobre todo descubriría, consternado, una hilera de ostias tiradas sobre el piso.

Como reguero de pólvora se extendió por la ciudad el sacrilegio cometido en el Santuario. Nadie hablaba de otra cosa. Entre los rumores, decíase que los malhechores traían malignas intenciones para con el padre Orozco, pero que al ver que en un cuarto contiguo a su habitación dormía un hermano suyo, desistieron de los planes. El mismo obispo de la diócesis, su Ilustrísima doctor don Lino Aguirre y García, hubo de declarar sobre el “inmenso dolor” que la noticia le había causado. Por su parte, el periódico La Voz de Sinaloa le entraría al quite pidiendo cordura a la población con el fin de que se evitaran acusaciones infundadas.

En cuanto a la primera pista que incluso llegó a calificarse de verosímil, se señaló como posibles responsables a los llamados húngaros o gitanos, en el supuesto de que “no tienen medios definidos de vida y deambulan de uno a otros lugares del país. Su amoralidad y su afición a la vagancia y a la obtención de dinero fácil, son la base de esta pista para algunos católicos”.

Fue tanta la consternación, que inmediatamente se formó una comisión para organizar una manifestación de desagravio, cuya invitación se publicó el martes 7 de enero de 1947 con el siguiente texto: “Se invita a todos los católicos de Culiacán a una manifestación de desagravio con motivo del atentado sacrílego realizado en el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús en esta ciudad, efectuándose mañana 8 a las 5 de la tarde. Suplicamos al Comercio cerrar sus establecimientos a esta misma hora y a los habitantes de la ciudad colocar crespones de luto en la fachada de sus hogares”.

La Voz de Sinaloa, lunes 6 y martes 7 de enero de 1947

 

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