RELATO DE UN NÁUFRAGO GROSERAMENTE ASALTADO

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¡Pues sí, cómo no! ¡Malverde! Yo siempre que puedo hablar de sus milagros lo hago porque tengo mucho que agradecerle, decía aquella mujer. Los representantes de la Iglesia oscilaban entre incredulidad y enfado, y con desespero solicitaron a «Adela Carrillo» que les contase sobre algunos milagros. Entonces reveló que Malverde era capaz de encontrar cualquier cosa que se hubiera extraviado, burros y caballos incluidos, pero que sobre todo ayudaba a los pobres: un bandido generoso, un ladrón que repartía lo robado a ricos y al gobierno. Cierto sacerdote quiso saber si ella le ofrecía rezos, pero pues que no, que para qué, porque él tenía el gozo de Dios y además no quería oraciones, sino piedras; y entonces a mí me devino la ironía en tumulto, concluí que era fascinante y paradójico que la capilla de este personaje –recreado por Óscar Liera en El Jinete de la Divina Providencia–, esté situada justo a metros del despacho del Gobernador, allí, fíjese, desde donde se dictan órdenes para que nos volteen al revés y al derecho, para que nos sacudan hasta que de los bolsillos salga el último centavo. Esta es una administración que nos roba, quiero que sepa; se trata de un grupo de forajidos de Los Mochis que nos esculca la billetera, que nos despoja sin que muchos nos demos por enterados, que se armó con artilugios y tiene la desfachatez de asaltarnos legalmente. Los sinaloenses tenemos fama de alegres, dicharacheros y francos, pero debería incluirse que ahora también somos brutos, ignorantes y dejados. A mí me acaban de perpetrar un robo, justo el día que fui a hacer el canje de placas y a tramitar la tenencia de este año.

NOROESTE RECIBO (Small)El Gobierno del Estado roba legalmente y los sinaloenses, bien, gracias.

Pero ni siquiera caí en cuenta. Antes al contrario, salí contento pues había logrado que me aplicaran el subsidio al comprobar costo y modelo del auto. Pero al llegar a casa escudriñé el recibo y me fui para atrás, válgame Dios, queriendo saber por qué había pagado «recargos» si la tenencia se vence en marzo próximo y para el canje de placas estaba en tiempo y forma; por qué me atribuyeron «honorarios» como si le hubiera pedido al vecino que me preparara la declaración anual; por qué incluyeron «gastos» como si tuviera que pagarle los tacos a la burócrata amargada que me atendió; y pero por qué debí pagar «multas» –la cifra más alta–, cuando ningún oficial de tránsito me ha cachado pasando el semáforo en rojo. Que alguien me explique, fue lo que dije. En mientras tanto, vine a suponer que el deseo de Malverde continuaba vigente, esto es, que muchas piedras y ninguna oración, pero no para llevarlas a su capilla –los tiempos son otros–, sino para arrojarlas con estrépito a los bandidos alojados en la Unidad Administrativa de Gobierno. El caso es que investigué con los que saben y el dato me revolvió el estómago: simplemente los rubros no tienen justificación, por lo sencillo se trata de un abuso, de un asalto en despoblado a la comunidad sinaloense, que ha permitido tal desfalco legal por parte del gobierno actual. Y quiero que sepa que las aplicaciones de esos pagos no se hacen sólo en la línea de trámites vehiculares, sino en todos aquellos en los que el gobierno estatal tiene injerencia directa, que en promedio suman alrededor de cuatro. Por descontado, el sistema amañado fija esos cargos en los recibos a imprimir. Y aléguele. Pero el más incendiario, el de mayor costo y el que te provoca hilaridades impublicables, es el rubro de «multas» pasa –fíjese– que todo el dinero recabado, no crea que se usa para arreglar la callecita por donde usted circula, por ejemplo. Nada de eso. Y tampoco para lo otro, que pudiera ser lo que sea de beneficio social: todo, absolutamente todo, miles, millones y más millones de pesos, van a dar a bolsillos particulares en forma de bono, a carteras de burócratas operativos y sus jefes. Mita y mita. Y córrele porque si te dejas también te robo. Esto, oiga, es una barbaridad. Esto y también lo otro. La situación, créame, debería ser motivo de descontento social generalizado, debería ser tema y bandera de organismos civiles, debería ser un reclamo de los partidos políticos de oposición, si acaso encontramos alguno por aquí. Ante la afrenta, por lo bajito se pudiera desear que volviese Jesús Malverde, o que reviviera Heraclio Bernal, pero sobre todo que la ciudadanía tomase conciencia del robo perpetrado y sin cremita. ¿Quién tiene una naranja para la consolación de este náufrago asaltado? Y punto.

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