- La historia del desatino para la Biblioteca Gilberto Owen continua; ya no será instalada en el prometido edificio
Aunque ninguna autoridad lo ha anunciado de manera oficial, la prometida Biblioteca Gilberto Owen -que sería instalada en el ya viejo edificio construido frente a la Universidad Autónoma de Occidente para albergarla-, cambió su destino.
Desde hace unos días la noticia se ha manejado a discreción. Los libros ya no tendrán ahí su resguardo. En cambio, sí oficinas de la Secretaria de Seguridad Pública.
El movimiento que ahí se desarrolla pone fin a la historia del desatino de la biblioteca, que seguramente esta administración tampoco verá la luz. Recuérdese que fue durante la administración de Jesús Aguilar Padilla cuando fue deshabilitada de su espacio original, en el Centro Cultural Genaro Estrada, para convertirla en la hoy desolada Galería de Arte Antonio López Sáenz.
La sede prometida sería el Casino de la Cultura, pero por una razón u otra, esto no se cristalizó y desde entonces, luego de las promesas y anuncio de recursos, poco a poco se fue olvidando tal espacio tan vital para Sinaloa.
El estado se quedó sin su pulmón principal; sin embargo, durante la administración de Mario López Valdez se anunció un flamante edificio proyectado por el arquitecto Carlos Ruíz Acosta. Que de primer nivel.
Al paso de los meses, nada fue como se prometió. Se mutiló la proyección arquitectónica por ‘falta’ de recursos, hasta convertirse en un elefante blanco más, entre los que dejó esa administración también fallida en el campo de la cultural.
A tres años de la llegada de Quirino Ordaz Coppel, la situación no fue distinta. La dinámica se repitió: postergar una vez más la apertura, simular que ya estaba lista, reparar lo que el tiempo había dañado. Pero nada sucedió.
Ahora existen muchas preguntas qué plantear: ¿cuál será el destino de los libros que ya estaban ahí?, ¿cómo se justificará el destino de los recursos federales para el cambio de edificio?, ¿cuál será la nueva sede para la biblioteca? Y así el periplo continuaría. Lo que sí es claro, es que no hay nada para los libros.