Según las creencias mayo yoremes (y entre los yaquis), cada persona, además del cuerpo material, se integra por «siete sombras de mayor a menor» importancia.
Si alguna de esas sombras anda mal o se aleja por alguna causa, la persona «se enferma, sueña mucho y, si va al médico, sigue igual».
Se dice que el enfermo está “aigrado” y debe ir con el «curandero de tripa», que es una de las especialidades de la curandería yoreme, para hacer que «regrese la sombra».
Para curarlo, se usa un macuche u hoja de tabaco envuelta en una hoja tierna de elote, que se forja con cuidado y entre rezos para que «reviva la hoja». Lo enciende y con el humo hace cruces sobre el cuerpo del afectado, durante tres noches hasta que el enfermo recupere la sombra perdida.
Si el macuche se apaga cada rato, el curandero sabrá que el enfermo no va a sanar pero no se lo dicen.
2. LOS JITEEBERIS MAYOS
Retomo estos datos del portal de la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana, de la UNAM, en el capítulo dedicado a la etnia mayo-yoreme, por la herencia que, de algunos de sus remedios hay en todo Sinaloa.
De acuerdo con datos de una encuesta entre 98 curanderos mayo-yoremes (o «jiteeberis») de los municipios de Etchojoa, Huatabampo y Navojoa (en Sonora) y en Ahome, Choix, Guasave y El Fuerte (Sinaloa), el 62 % de ellos son mujeres y el resto varones y en promedio tienen 59 años de edad.
Los curanderos se dividen en sobadores (la mitad), parteras, «hermanos espirituales», hueseros y limpiadores. No dudan en recetar o usar medicina alópata si les sirve en su misión e incluyen el vaporub o la pomada de la La Campana en sus menjurjes con yerbas para curar.
Entre los sobadores (o «guibaleros») el promedio de edad es de 60 años, y hay dos veces más mujeres que hombres.
3. LOS SOBADORES
Los guibaleros atienden quebraduras, desviaciones de discos de la columna, desligamientos, «desconcertaduras» de hueso y nervio, lastimadura de huesos, torceduras, reumas, «boca chueca», torcedura de nervios, fracturas, zafada de hueso y dislocamientos.
Pero también curan caídas de mollera, latido, sofocamientos o sofocados («jabot-sila»), empachos («potila») y sustos («gomtiriú») que alteran la tripa («se won tila»), a causa de fuertes conmociones que dañan al sistema nervioso y al tracto digestivo.
Atienden además enfermedades gastrointestinales como el corrimiento, basca, («bisaria»), inflamación del estómago y diarrea.
También dolor de muelas, de cabeza, de oídos, niños pujones, locura, azúcar en la sangre y alcoholismo, entre otras
Además, el guibalero presta sus servicios a embarazadas y parturientas, y las sana de complicaciones como la matriz caída («matriz yeucinpla»), y receta purgas.
4. LOS «JITTOLEROS»
El siguiente grupo con más integrantes son los curanderos («jittoleros»), con una edad promedio de 60 años, y en el que predominan los varones.
Se subdividen en «curandero espiritual», «clarividente de la medicina mayor», «curandero de raíces vegetales» («yurem jitttua»), «curandero de gracia», «curandero de los pobres», «médico sobador» y sobador o «curandero de tripa» («siguam en nanama»).
Curan el susto, el latido, mal puesto, empacho, alferecía (ataques convulsivos), «aigrados» y caída de mollera, así como diabetes, reuma, sobada de tripa (sofocados), dolor de cabeza, trastornos de la mente, alta presión, debilidad, nervios, llagas, dolor de riñón, dolor de ojos, ardor de pies, matriz caída, resfríos, bronquitis, gripe, tuberculosis («tiisiicoo»), irritación de la piel, dolor de muelas, boca chueca y matriz caída.
5. LAS PARTERAS
El grupo de parteras lo integran mujeres, y su edad promedio es de 67 años. Se dedican al diagnóstico y control del embarazo, atención del parto y cuidado del recién nacido.
También alivian el dolor después del parto, el empacho de la mujer en la dieta, la matriz caída, la inflamación de los ovarios y la hemorragia.
Existen la partera «saca niños», la que atiende a primerizas, la que «acomoda niños» y la enfermera.
Algunas dominan conocimientos de otras especialidades para complementar su labor.
6. COMPONEDORES Y LIMPIADORES
Hay otras especialidades de menor importancia, como la de los llamados «hermanos espirituales» («yurem merico»), que atienden la anemia, nervios, úlceras varicosas, reuma, problemas del corazón, asma bronquial, abscesos, tos y llagas.
O los componedores de huesos, que alivian fracturas, luxaciones y demás traumatismos e, incluso, algunos de ellos hacen «trabajo de parto».
Y otro es el «limpiador», el que hace limpias, y «descontamina al enfermo de aquellos síndromes de filiación cultural en donde la causalidad del mal radica en la penetración de sustancias polutas al interior del organismo».
7. MOLLERAS CAÍDAS
Uno de los males más recurrentes es la caída de mollera («Choguam nanama, Gluaquecam chowa»), no solo en niños chiquitos como usamos los yoris, sino también en adultos. Se le considera una enfermedad peligrosa ya que si no se cura, puede causar «embolia y puede morirse la persona, porque la mollera es la vida».
La curan los sobadores y es causada por caídas y golpes.
En los niños pequeños se le reconoce por la caída de la fontanela, en la crisma de la cabeza. En los adultos, se reconoce por los fuertes dolores de cabeza, porque uno de los ojos “se le apaga y mira más chiquito» y por el habla gangosa, así como la dificultad para comer, con sensación de ahogamiento.
Se les cura con sobadas en el paladar por tres días seguidos, o una sobada con ambas manos, desde el pecho a la cabeza, hasta que suba con la presión.
8. EL SUSTO
El susto («gomtiriu») es atendido por curanderos que atienden males crónicos como la diabetes y el reuma.
Lo provoca una fuerte impresión, que a la larga le provoca dolores corporales y de cabeza, pierden el apetito, se sienten débiles y no desean ni caminar; tienen el estómago inflamado, náuseas y tos.
Se le cura con sobadas y tés.
9. EL EMPACHO
El empacho es de los males más frecuentes, sobre todo entre niños de cinco años. Es causado, dicen, por acumulación de calor en el estómago, que hace que los alimentos les hagan daño, o por comer en exceso.
Los síntomas son diarrea, dolor en la mollera y la «tripa ida» (esta se manifiesta cuando se tiene dura la parte superior del estómago), además de que se encuentra desguanzado, con dolor de huesos y fiebre.
Se cura alzándole la mollera para eliminar la diarrea, acomodándoles la tripa y con un té con hojas de mezquite, hierbabuena, albahaca y un puntito de sal.
10. EL LATIDO
El latido, llamado también «salto de estómago». Lo atienden los sobadores y lo padecen más las mujeres en época de calor. Se produce cuando la persona no desayuna a sus horas, lo que hace que «se le suba el latido», que es un órgano que tenemos por rumbo del ombligo y se siente por una pulsación que le da el nombre.
Al subirse, causa desgano, falta de apetito, calenturas, debilidad, malestares estomacales y saltos en el estómago.
Se cura «sobando la tripa desde arriba y a los lados para irlo acosando», en dirección al ombligo. Las sobadas son tres días, y después de nueve días, tres días más. Al término, se le envía a ponerse vitaminas que le den fuerzas.
Es una enfermedad grave, porque si sube al pulmón, el paciente muere.
¿Cómo la ve?