Bahía de Caráquez, puerto del Pacifico ecuatoriano. Punto estratégico para la exportación de cacao, tagua (semila de una palma para elaborar botones para prendas de vestir), café, caucho, pieles, almidón, entre otros productos. Fluido comercio con Europa y Norteamerica desde la segunda mitad del siglo XIX.
Desde 1886, el colombiano Carlos Patiño Jaramillo radicaba en este lugar. Sus negocios comerciales lo hicieron embarcarse en un vapor con destino a San Francisco, California. Era el 1º de mayo de 1889. Para el 18 de mayo estaba en aguas mexicanas. El día 20 en Acapulco, el 22 en Manzanillo y el 23 en el puerto de San Blas…donde subieron algunos mexicanos “que llaman Charritos, por su vestido nacional pintorescamente elegante, compuesto de sombrero de fieltro de copa alta y de anchas y tendidas alas, sobrecargados de dibujos plateados donde va la cinta, chaqueta de paño corta, pantalón ancho, una especie de jubón o faja ancha que les rodea la cintura y el inseparable revólver o pistola elegantemente llevada al cinto y con el cañón descubierto”.
Tras sobreponerse a un mar agitado, la tarde del 24 de mayo estaba frente a Mazatlán. Su impresión fue: “El panorama en Mazatlán, contemplado desde el mar es admirable, con sus casas blancas de azotea, los buques anclados, las torres de sus templos, sus huertos .. y rodeado de palmeras”.
Era jueves por la noche y la banda militar tocaba una serenata en la Plaza Machado. El colombiano estuvo: “unas cuantas horas oyendo una música muy buena y admirando las elegantes damas mazatlecas de ojos negros y distinguido porte, que ostentaban a los rayos de la luz electrica espléndidos trajes de telas ligeras por ser la epoca del calor excesivo”.
A la Plaza Machado la describe con un hermoso jardín con verja de hierro, bien cuidado, plantado de árboles y con “un gracioso pabellón en el centro”.
Destaca que toda la ciudad estaba alumbrada con luz eléctrica. Elegantes construcciones, el teatro una de los mejores. Calles de asfalto y piedra. Cuatro plazas: Machado, Zaragoza, Hidalgo y la de la cárcel.
Sobre Olas Altas es sumamente expresivo: “Es un paseo bellísimo, donde todas las tardes de verano se reune la sociedad más elegante a contemplar un grandioso horizonte de mar. Tambien tiene el paseo del muelle, de donde se divisa la parte sur de la ciudad, que con sus palmeras infinitas forma una admirable perspectiva”.
Solo una tarde/noche y las primeras horas del día siguiente estuvo en el puerto sinaloense. A media mañana el “Granada” zarpó rumbo a San Francisco, sin escalas. “El cielo estaba con su color azul puro y el sol reflejaba sus rayos en la brillante superficie del mar”.
Por otra parte, su narrativa se detiene en los nuevos pasajeros que abordaron en este lugar “algunos yankees, pero la mayor parte eran ricas familias de Mazatlán y Culiacán que iban en busca del delicioso y primaveral clima de California, huyendo del fuerte calor de los meses de junio, julio, agosto y septiembre”
Pero también adoptó posturas racistas. Otro pasajero fue “un hijo de Confucio, más feo que Gestas, más sucio que Job y menos celestial que él mismo; era hombre muy rico que tenía una casa de comercio en San Francisco y negocios de banca”.
Injuriaba a pasajeros. Actitud no aminorada ni con la contemplación de las gaviotas y las espumosas olas que lo acompañaron durante los poco más de seis días que lo separaban de San Francisco.
Meses mas tarde, sus mismos asuntos de comercio lo llevaron también a Culiacán. Describe su arquitectura y paisaje: “sus calles son rectas, anchas y bonitas y generalmente se extienden las más grandes de Oriente a Poniente. Tiene una bonita plaza central; forman el cuadro por tres lados, buenos portales con magníficas casas particulares y por el cuarto lado la hermosa catedral en construcción. …muchos y corpulentos naranjos adornan esta plaza”.
Destaca su “plaza de armas recientemente formada, donde la banda del regimiento de caballería toca serenatas los jueves y domingos. Esta plaza está adornada por uno de sus lados por un pintoresco bosque de naranjos que ocupa como cuatro hectáreas”.
Carlos Patiño estuvo varios días en Culiacán, pero su narrativa sobre la ciudad fue escueta, sus hombres y mujeres están ausentes. El 19 de noviembre partió de Mazatlán rumbo a Sudamérica. Desde allá, una década más tarde desempolvó una libreta de notas y publicó “Por México y California (Recuerdos de viaje)”.