MÁS CASAS PARA CRECER MÁS

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Si bien hay varios rubros donde las casas del estudiante de la UAS pueden mejorar, son y han sido una oportunidad inigualable para poder crecer.

Por estas fechas ando celebrando 20 años de haber llegado de Guasave a Culiacán a estudiar una carrera universitaria. Eran tiempos muy difíciles. Con decir que una vez – terminada la prepa– estuve a punto de quedarme sin estudios. Un golpe de suerte permitió  a mi apacito poner un pequeño negocio, con el que se costearon mis estudios. En esas fechas yo no sabía de  la existencia de las casas del estudiante, que habrían sido una buena alternativa para llevar a cabo mis estudios superiores.

Iniciada la nueva escuela, conocí a una chica mazatleca residente de la Casa del estudiante femenil Amnistía de la UAS. Siendo ambas «patasaladas», fue muy fácil trabar amistad, así que la visitaba con frecuencia.

Una casa del estudiante es un lugar propicio para los estudios. El hecho de que todos los residentes estén en la misma sintonía, ayuda a no quedarse atrás, a no hacerse guaje, distinto de cuando se vive con una familia donde hay muchos distractores, o no tienes quién te haga segunda. Entonces conocí también la Casa del estudiante Marcelo Loya, para varones, muy cercana a la femenil, y supe que había varias más por toda la ciudad de Culiacán, pero que también existían en Los Mochis, Guasave y Mazatlán.

Las casas del estudiante de la Universidad Autónoma de Sinaloa brindan la oportunidad de pertenecer a ellas a jóvenes de bajos recursos que deseen iniciar una carrera  universitaria, originarios de cualquier estado del país. Habitar una casa del estudiante es tener casi el boleto completo, pues no habrá que pagar renta, luz, agua, ni alimentos, y de colegiatura anual se pagará una cantidad mínima.  Una vez que se es aceptado, sólo deberá preocuparse por cubrir el gasto de traslado, el costo de libros y  materiales escolares, además de conservar un buen promedio.

Si bien hay varios rubros donde las casas del estudiante de la UAS pueden mejorar, son y han sido una oportunidad inigualable para poder crecer. De ellas han egresado reconocidos profesionales de la salud, artistas, políticos, etc., quienes de otra manera hubieran permanecido en  sus lugares de origen sin ninguna formación.

Pero además de las casas del estudiante de la Universidad, existen otras que son subsidiadas por distintos municipios o patronatos integrados por personajes nacidos en esos sitios, como de Cosalá, San Ignacio y Sinaloa. Este año se suma Guasave con la apertura de la Casa de Estudiante Guasavense, proyecto llevado a cabo por la Confraternidad de Guasavenses Radicados en Culiacán.

Es un proyecto noble –como todos los anteriores– que nos llena de alegría, porque si algo le falta a Sinaloa son oportunidades para que los muchachos puedan aspirar a un mejor futuro.

Me congratulo por los 40 chicos que iniciarán dicha casa del estudiante. Y me congratulo también por todos los jóvenes –de todas las casas del estudiante– a quienes su situación económica no los detiene, y en unos cuantos añitos serán un elemento de cambio en sus hogares, e inspiración para amigos, familiares y vecinos.

 

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