LOS TARAHUMARAS, VOLVER A LA TIERRA

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En 2016 me involucré en el movimiento tarahumara con los tarámaris de Sinaloa y hasta hoy, adentrarme en su pensamiento y forma de vida sigue siendo un reto enorme, siempre desde la empatía y el respeto.

Una de las primeras anotaciones que hice fue sobre la forma de dar sepultura a quienes ‘se acaban’, enterarme que lo hacen en petates (cuando se tienen) me asombró.

En los primeros viajes hacia la zona serrana toqué el tema en Cuitaboca mientras dábamos un paseo en varios vehículos y los lugareños mencionaron que ellos ya habían escogido el lugar donde querían quedar. Cualquier espacio, no hay panteones delimitados.

En ese contexto se atiende a la muerte como un paso a otro plano, se coloca el cuerpo en un petate, se procede a hacer una excavación, se coloca el cuerpo y sobre este la tierra: simple, sin trámites, sin dar parte a la autoridad, sin hacer pagos con un dinero que no se tiene. Se cumple el ciclo. Punto.

De 2016 a la fecha algunos tarámaris de Sinaloa ya han elegido qué sí quieren una caja funeraria para sus muertos y cuando la han solicitado les hemos ayudado con la gestión, quien decide sigue haciéndolo de manera tradicional.

Hace unos meses de la zona de Las Bayas, Municipio de Sinaloa, me enviaron un par de videos del sepelio de un anciano tarámari que encargó que no le pusieran caja, en el video se aprecia que lo entierran en un lugar cualquiera, va envuelto en 2 cobijas viejas que sirven también para poder maniobrar el cuerpo. De inmediato pensé que si cualquier grupo de rastreadoras localizara los restos pensaría que es uno de los que buscan, qué fue asesinado y enterrado de manera clandestina para ocultar el cuerpo, no pensarían en que es un anciano que cumplió su ciclo y fue enterrado a la manera tradicional de su cultura.

En eso fue lo primero que pensé cuando hace una semana localizaron el cuerpo enterrado de una niña en la zona de cuarterías en Juan José Ríos, Guasave. Y aunque al principio se especuló sobre una muerte violenta, cuando se hicieron los estudios y estos arrojaron que murió por problemas respiratorios y que al parecer era hija de una mujer tarahumara, jornalera y migrante entendí que muy seguramente la madre estaba cumpliendo con lo que desde su experiencia se debe hacer: volver el cuerpo a la tierra.

No es sencillo encontrarte en una zona tan alejada de los tuyos, donde no sabes a dónde acudir, donde no dominas el idioma, donde todo cuesta. No es posible castigar el proceder de la madre, quien desde su pensamiento procedió a hacer lo que correspondía: volver el cuerpo a la tierra.

Antes que pensar en castigar a la madre de la pequeña debemos pensar en ella como ciudadana mexicana a la que todos sus derechos le han sido violentados.

Migrar por hambre: miles de tarahumaras de Chihuahua llegan cada año al norte de Sinaloa en busca de ingresos, con su trabajo contribuyen a la riqueza del estado viviendo varios meses hacinados en chiqueros a los que llaman cuarterías, sin las mínimas condiciones de higiene y sin acceso a los servicios de salud.

Esta crisis de los campos agrícolas guasavenses donde en las últimas 2 semanas han muerto varios niños y han sido hospitalizados casi una veintena más es una gran oportunidad para este gobierno del Dr. Rubén Rocha Moya, para que las cosas mejoren, qué cada secretaría haga lo que le corresponde. No tengo duda de que así será, he visto ya algunos avances y solo pido una cosa: que todas las acciones sean desde el respeto y la empatía.

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