LA CULTURA QUE VIENE PARA CULIACÁN

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Por Azucena Manjarrez

  • Actualmente, al paso de dos directores, el Instituto Municipal de Cultura no ha logrado despuntar del anquilosamiento burocrático; la deuda para el próximo presidente municipal es grande.

No está a discusión que la cultura en el municipio se ha estancado después de haber tenido algunas administraciones buenas, regulares y otras no tanto; pero, la actual, prácticamente ha pasado de noche.

Han sido más los ‘peros’ que otra cosa: una directora que salió de paso, Leticia Santos; y un sucesor, Jorge Escalante –reliquia de la cargada mochiteca–, que nunca logró la aceptación de la comunidad artística. En ninguno de los casos, lograron levantar al gigante burocrático.

Tal parece que en los últimos años del Instituto Municipal de Cultura se ha echado por la borda lo que en otro tiempo se había ganado, específicamente aquellos programas que ‘lucieron’ en el patio del palacio, o en las comunidades.

Aunque eso no quiera decir que –antes– todo haya estado perfecto, ¡no!, porque al municipio y sus sindicaturas siempre se les han quedado a deber. La cultura sigue siendo para unos cuantos.

No se ha logrado establecer una política cultural que, en lugar de restar, sume. Se ha visto que cada nueva administración arriba con todo y ‘equipo’ para borrar todo lo que la anterior había hecho.

Y los años han hecho mella. Ahora, la deuda que deberá cumplir el virtual ganador de la presidencia municipal, Jesús Estrada Ferreiro, es muy alta.

Ahí estarán los puñados de niños, jóvenes y adultos de las colonias marginadas de la ciudad, de las sindicaturas y del centro de la ciudad, a la espera de ver que sí existe otra realidad –más allá de la que viven en la cotidianidad–, y que sólo el arte y la cultura ofrecen.

Eso lo sabe cualquiera: el teatro, la danza, la música, las artes visuales, cambian mundos. Pero ya se verá si se salda la deuda, o crece más.

Andrés Manuel López Obrador, en sus discursos, ha dicho reiteradamente que ‘amor con amor se paga’.

Pero si llegase a concretarse de nuevo el abandono cultural en el municipio, entonces la frase adquirirá un sesgo inverso: ‘Desamor con desamor se paga’. Estaría por verse.

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