Sigue en el olvido la reinstalación de la Biblioteca, en el que ahora es un elefante blanco, contiguo al Parque Temático; ambos, herencia de la administración malovista.
Y es que a casi nueve meses de la llegada de Papik Ramírez Bernal a la dirección del Instituto Sinaloense de Cultura, pareciera que el tema de la Biblioteca Gilberto Owen es un asunto olvidado. Basta darse una vuelta por el edificio que la albergara, para constatarlo.
Ubicado a un lado del Parque Temático, no hay más que desolación y una construcción en el abandono, que no ve para cuándo se materialice el proyecto que daría cabida a la extinta biblioteca que se mantuvo en el Centro Cultural Genaro Estrada, por alrededor de 30 años.
Recordemos que en 2010 fue ‘desmantelada’ para ser trasladada al viejo Casino de la Cultura. Pero no fue así. Los motivos sobraron, hasta que la administración pasada eligió un espacio ¿adecuado? para su instalación, justo a un lado de las vías del tren, contiguo al río y un ¿crucero? peligroso.
Pareciera que la lógica seguida fue ubicarlo en el espacio más inaccesible posible, donde el peatón no tiene la preferencia; incluso ni para los estudiantes de la Universidad de Occidente, que están a un costado, motivo por el cual se descartó la idea inicial de instalarla en el Parque 87.
La administración malovista prometió una y otra vez culminar este proyecto, prometido como una biblioteca moderna que atendería a los lectores más exigentes; sin embargo, lo que dejaron fue un edificio gris que vive los estragos del paso de los días. Y del tema nadie sabe o dice nada, a excepción del arquitecto Carlos Ruiz Acosta, quien a través de su página de Facebook ha denunciado en distintas ocasiones la mutilación que tuvo el proyecto, incluso cuestionando el destino que se le dio a parte del presupuesto inicial de 100 millones de pesos.
Como responsable del proyecto, Ruiz Acosta recordó que inicialmente se trató de un concepto novedoso probado en bibliotecas ejemplares, que son centros de integración social enfocados a captar lectores de todas las edades y niveles económicos, dentro de un edificio interactivo y libre.
Lo cierto es que el 80 por ciento de avance que tenía la Biblioteca a inicios de este año, al menos cuando las nuevas autoridades del ISIC realizaron un recorrido por el inmueble, casi inmediatamente la construcción se detuvo, encapsulando esa añoranza de que Sinaloa cuente con una biblioteca en el sentido estricto de la palabra.
El ISIC todavía tiene esa deuda pendiente, que no se paga con la utilización de la Sala de Arte Joven para el desarrollo de actividades relacionadas con la literatura, ni con el desangelado espacio que destinaron como ‘biblioteca’ en la planta baja del Casino de la Cultura. Tampoco con ese edificio gris, vacío, lejano y en el abandono, que no hace más que recordar al escritor Ray Bradbury, quien señaló que sin bibliotecas no existe nada: “Ni pasado ni futuro”. A ver qué sigue.