LA ADMINISTRACIÓN DE LAS ‘RENUNCIAS’

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Desde el inicio de la gestión de María Luisa Miranda, en el ISIC no han parado las renuncias y despidos.

Cuando María Luisa Miranda Monrreal asumió la dirección del Instituto Sinaloense de Cultura, lo hizo con un equipo en su mayoría procedente de Los Mochis para que ocupara las direcciones y jefaturas de área.

Todo lo que oliera a anteriores administraciones fue prescindido, sólo permanecieron los de base y uno que otro en puestos menores; sin embargo, poco a poco esa estructura se ‘tambaleó’. Renuncias y despidos estuvieron al orden del día; direcciones como como la de Artes Visuales y Patrimonio Cultural, incluso han tenido hasta tres titulares.

Todo se ha hecho en el silencio, salvo hace dos años con el caso inevitable de los maestros de la Escuela de Artes José Limón e integrantes de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes, que fueron despedidos por  ‘reingeniería’ de nómina, pero se sabe que esto  devino a partir de la exigencia por los derechos laborales mínimos a través de una huelga, y debido a la constitución de un sindicato alterno, que por cierto tiene en curso una demanda laboral.

La situación dejó traslucir el ‘hartazgo’ de la comunidad artística, queja a la que se sumaron otros creadores, por considerar que esta administración se había caracterizado por trabajar a puertas cerradas.

La bandera roja como protesta dijo más de lo que significaba.

A lo más que se había llegado en otras administraciones, era a protestas individuales y simbólicas como exigencia para recibir algún apoyo específico.

Pero la situación de inestabilidad inició mucho antes con la salida de los casi únicos directivos que no venían de Los Mochis: Alberto Solían, que estaba al frente de la Dirección de Compañías Artísticas; y Dolores Espinoza, titular en la Dirección de Formación y Capacitación.

Lo mismo sucedió en Artes Visuales, donde se prescindió muy pronto de Óscar García y se colocó a Guadalupe Aguilar en su lugar, y meses después a Minerva Solano, misma que había entrado como directora del Museo de Arte de Sinaloa, a la salida de Alberto Torres.

Otro espacio que ha tenido a tres directores y la salida de casi todo su personal, tiene que ver con Patrimonio Cultural, donde inició labores Sergio Valenzuela, después Joel Barraza y actualmente está María de Los Ángeles Heredia. Entre el equipo inicial de ese espacio se hallaban los nombres de Francisco Padilla, Mariana Landeros, Francisco Maldonado, Sonia Pérez Garmendia y Elizabeth Valdez, quien después ocupó el lugar de Judith Valenzuela en Difusión.

La dirección operativa del ISIC también prescindió de Dick Sáenz, mientras que la Coordinación de Vinculación y Proyectos Culturales hizo lo propio con Joel Juan Qui.

En la Dirección de la Biblioteca Gilberto Owen poco permaneció Adriana Velderrain, y muy recientemente Ernestina Yépiz dejó la titularidad en la
Dirección de Publicaciones.

No olvidemos que, incluso, la propia directora del ISIC –por motivos de salud–dejó por algunos meses su puesto, siendo suplida por Trinidad Peñuelas.

A estas salidas se han sumado la de otros administrativos, quejándose que no había horas extras ni bonos, y sí sobrada burocracia, que aunque no es nada exclusivo de esta dependencia, de cualquier modo el descontento rebasó sus paredes y ha sido parte de la opinión pública.

Lo cierto es que a esta administración del ISIC poco le queda. Será el tiempo el que coloque a cada quien en su lugar. De eso no habrá duda.

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