HABLEMOS DEL CARNAVAL DE MAZATLÁN

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Podría asegurar que el Carnaval de Mazatlán es la fiesta popular más importante de Sinaloa, a más de ser considerado el más antiguo de México.

Tan importante para los patasaladas que han acuñado la frase de que: «El tiempo en Mazatlán no se mide por años, se mide en carnavales».

He de aclarar, aunque no creo que importe a nadie, que nunca he sido afecto a los eventos multitudinarios. Me «engento» fácilmente, pero ello no obsta para que me interese el tema.

No es el único carnaval de Sinaloa. Hasta los años 50 se organizaba uno en Culiacán, quizá igual o más antiguo que el de Mazatlán, pero se ordenó su cancelación, alguna vez leí que para darle más realce al del puerto, por ser destino turístico.

Pero otros sobrevivieron a esa disposición, o se crearon después, como son el de Angostura, el de Guamúchil, el de Pericos y el de Mocorito.

2. FIESTAS DE HARINA Y MASCARITAS

Los cronistas de Mazatlán coinciden en que su carnaval, ya nuestro, data del año 1898, aunque hay antecedentes en el siglo 19, con los bailes de máscaras, cuyo primer registro data de 1827. Sin embargo, dice el cronista Enrique Vega Ayala, eran meras «fiestas particulares» realizadas antes del Miércoles de Ceniza.

A fines del siglo 19, el ayuntamiento empezó a organizar y darle orden a lo que eran las «fiestas de harina», llamadas así porque la gente jugaba a arrojarse bultos o cascarones de huevo retacadas con harina, sobre todo los de los barrios del Muey contra los del Abasto.

Había quejas contra estos retozos de las chusmas, ya que los participantes bebían como cosacos y sus agarres a huevazos de harina solían desembocar en pleitos a garrotazos, pedradas e incluso machetazos, con muertos de por medio.

Aparte de los «cascaronazos», se usaban las mascaritas, en que los participantes se disfrazaban y al grito de «¿Me conoces, mascarita?», a veces abusaban, metiendo mano a las damas o haciendo alguna avería amparados en el anonimato.

3. DE REYES Y REINAS

El martes 22 de febrero de 1898, fue el primer carnaval moderno del puerto, ya organizado oficialmente por el Ayuntamiento y algún comité de prohombres, tratando de meter orden a aquel desmadre.

El epicentro era la Plazuela Machado, en el centro histórico.

No había reina del Carnaval por entonces, quizá para no exponerla a un desaguisado durante el desfile que se realizaba ya en Olas Altas.

Así que se eligió a un Rey, Gerardo de la Vega, el primero, y luego a Tito Ahuja, a quienes, en efecto, les tocó torear algunas pedradas.

Para 1900 se han de haber relajado los ánimos, y se pensó en nombrar a una reina, Wilfrida Farmer y a un rey, Teodoro Maldonado.

Así inició la tradición de nombrar una pareja real cada año, hasta 1943, que se hizo a un lado esa modalidad.

A partir de 1944 y hasta ahora, inició la era de las reinas absolutas, siendo la primera de ellas la joven Lucila Medrano.

Los varones reales dejaron de ser parte del jolgorio hasta 1965, cuando regresaron en la figura de «Rey Feo», como se les llamó hasta 1985 cuando se le renombró como «Rey de la Alegría», alegando que «en Mazatlán no hay hombres feos» (¡haya bonchi!)

4. UNA FIESTA MILENARIA

El Carnaval abarca los cinco días previos al Miércoles de Ceniza. Es la fiesta de la carne, de ahí su nombre, con orígenes según algunos investigadores, hace cinco mil años, entre los sumerios y los egipcios, como una fiesta relacionada con la fertilidad.

Y posteriormente entre los romanos y los griegos, en honor a Baco, el dios del vino, con todos sus excesos en todo sentido.

Como muchas cosas, ante la imposibilidad de erradicarlas, la Iglesia Católica las adoptó, matizándolas, para controlarlas.

Sería una alegoría de las tentaciones que acosan la carne, antes del tiempo de reflexión que es la Cuaresma. Un periodo en el que se valen los excesos, con máscaras que garanticen el anonimato de tal manera que las jerarquías se borren para que convivan el noble y el villano, el prohombre y el gusano, como dice Serrat.

5. CARNAL Y ESPIRITUAL

Pero el carnaval de Mazatlán tiene sus propias características, adoptando la idiosincrasia de la región y los modos de cada época.

No solo es la fiesta de la carne sino también del espíritu, como lo demuestran la organización de los Juegos Florales con su propia reina -regularmente la dama que resultó segundo lugar en el concurso de la Reina de Carnaval-, el premio de pintura Antonio López Sáenz, un bien acreditado concurso nacional de poesía, un prestigiado Premio Nacional de Literatura y una Velada de las Artes con la Orquesta Sinfónica y toda la cosa.

6. EL PAPEL DE LOS NIÑOS

A través de los años, se ha tratado de incorporar a los niños a la fiesta, para darle también un carácter familiar.

Así, el lunes 26 de febrero de 1900 se realizó el primer desfile infantil de carnaval, pero fue hasta en los años 20 que se eligieron reyes infantiles con concursos de disfraces y baile, en un verdadero carnaval infantil, que sin embargo no perduró o fue modificándose, de modo que en los años 30 se organizó lo que se conoció como el “carnaval chiquito”, celebrado durante la octava de Carnaval, que es ocho días después de concluido el carnaval de los adultos. Se realizaban en la playa sur.

En 1968 se volvió a elegir rey (más bien una reinita) infantil, y la celebración se fijó para el lunes previo al martes de carnaval.

7. LOS PAPAQUIS

En Mazatlán, y en Sinaloa, toda fiesta es amenizada con la tambora, y la marcha de la reina tiene su himno en «Los Papaquis».

Según el investigador J. Arturo Chamorro Escalante, las papaquis son sones de origen indígena cuya etimología náhuatl alude a la alegría propia de una fiesta, y tienen su origen en el sur de Jalisco, en Sayula. Se tocaban durante las bodas, al paso de los novios por las calles,

Luego fueron extendiéndose al paso de la reina de carnaval. Y en Sinaloa arraigaron al son bronco y estentóreo de la tambora.

8. LAS SUSPENSIONES

Ha habido años en que se ha cancelado o suspendido. El primero, en 1903 por la pandemia de la peste bubónica. En 1912, por una epidemia de viruela cuando ya habían electo reina a la bella joven Alejandra Ramírez Urrea, inspiradora del hermoso vals «Alejandra». Pero no se le coronó, por lo que su nombre no figura en la lista de reinas.

Los años 1915 y 1916 no se celebró por problemas económicos generados por el desgarriate de la Revolución.

En 1944 se enturbió por el asesinato del gobernador Rodolfo T. Loaiza, a manos del Rodolfo Valdez «El Gitano», y se declararon tres días de luto en la entidad, y se cancelaron los eventos de los días lunes y martes.

Y en 2021 se suspendió por la pandemia de Covid (retomo esta relación de una entrevista que se le hizo al cronista Vega Ayala).

9. EL TIEMPO SE MIDE EN CARNAVALES

Lo más esperado es el desfile, en los primeros años en carromatos jalados por bueyes o mulas y poco a poco en vehículos motorizados, y se realiza en los paseos de Olas Altas y Claussen, justo el tramo donde se rompen las olas del Pacífico.

Ese día, el malecón se cierra a los vehículos y se abre al paso de los carros alegóricos, cada año con una temática diferente: «Mare, amore e fantasía» en 1962; «La vuelta al mundo en pos de la alegría» en 1969; «Las mil y un fantasías», en 1971; «La alegría es el color del mundo» en 1975; «El esplendor de cinco continentes» en 1980; y así hasta 2023, con el tema del «Deja vu».

Y así con cada tema, el tiempo (como dicen los patasalada), «se mide en carnavales».

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