En su recurrido libro «Breves apuntes para la historia de Sinaloa», el humanista, político, historiador, jurista y filólogo, don Eustaquio Buelna Pérez (Mocorito, 1830 – Culiacán, 1907) hace un listado de los principales sucesos en nuestro estado desde 1821, con la instalación de autoridades tras la firma del acta de Independencia, hasta junio de 1882 con el manoseo de las elecciones (ayer como hoy), por parte de las autoridades que debieran velar por la equidad.
En ese volumen no solo fija su atención en los sucesos políticos (la Guerra de Reforma, la Intervención Francesa y la imposición del Porfiriato vistos desde Sinaloa), sino también en fenómenos atmosféricos o sucesos que marcaron la vida de la sociedad en el siglo 19.
En breves anotaciones nos habla tanto del llamado «año verde», por sus intensas lluvias, como del temido «año del hambre», de intensa sequía; o de raras auroras boreales visibles desde estos lares, de epidemias que asolaban poblaciones y ciclones que destruían nuestras ciudades.
2. UN SIGLO MUY BATALLOSO
Leyéndolo es fácil darse cuenta que, por lo menos hasta 1850, retomó datos de periódicos o manuscritos oficiales de la época y quizá de algún recuerdo oral. Pero, a partir de su incursión en la vida pública, a mediados de esa década, y hasta 1882, los «Apuntes…» parecen más un diario personal en el que plasma sus puntos de vista, críticas a gobernantes y justificaciones de su paso por la vida política.
Resumo aquí algunos sucesos que me parecieron curiosos, tratando de omitir los que se refieren a los pleitos por el poder de ese siglo tan batalloso, en aquel Sinaloa entumido por la violencia política entre centralistas y federalistas, liberales y conservadores.
Es un libro publicado en 1924 (17 años después de su muerte), reeditado en 1966 y a todas luces inacabado, el cual ha servido de guía, como otras obras suyas (excepto en lo referente a la Atlántida), para escribir la historia de Sinaloa.
Va aquí un recuento de algunas fechas que llamaron mi atención.
3. NOMBRES MASÓNICOS
El 31 de marzo de 1826.- Se le niega tomar posesión en el Congreso al diputado por Culiacán Mariano Pando, por haber sido excomulgado por el «Gobernador de la Mitra», don Miguel María Espinosa, «por no querer sujetarse a la prisión que se le quería imponer».
El 9 de noviembre de 1827 se otorga a Rosario el título de Ciudad Asilo, por dar protección a la Legislatura en sus conflictos con el Ejecutivo.
El 5 de septiembre de 1828 se da el nombre de Concordia a la villa de San Sebastián, porque así se llamaba la logia yorkina que había en su población.
El 11 de septiembre de 1828 se renombra Villa de la Unión a Presidio de Mazatlán, y Villa de Diana a Chametla, porque así se llamaban las logias yorkinas de esas poblaciones (en el caso de Villa Unión, este nombre tardó muchos años en cuajar, pero en el caso de Chametla, el nuevo nombre no prevaleció, por fortuna para su raíz indígena).
El 4 de enero de 1832, el Congreso Constituyente de Sinaloa concede el título de villa, con el nombre los Costillas, a la población del puerto de Mazatlán (no dice de dónde sacaron esas costillas, pero qué bueno que no pegó el chicle).
El 3 de mayo de 1834, el Congreso de la Unión declara al puerto de Altata como de cabotaje.
4. EL AÑO VERDE Y EL CÓLERA
El año 1844 fue conocido como el «año verde», porque además de las intensas lluvias en el tiempo de las aguas, el resto del año estuvo lloviendo como si fuera el diluvio, a veces hasta por doce días seguidos, todo nublado.
En noviembre de 1849, la epidemia de cólera morbus asoló a Mazatlán y fue hasta el 10 de junio de 1851 que llegó a El Fuerte; el 19 de julio, en Culiacán, murió de cólera el gobernador José María Gaxiola, dejando acéfalo al gobierno, y en seis días murieron dos mil gentes, es decir, la mitad de los que se quedaron en la capital a capotear los efectos de la enfermedad.
Esos días, la mayor parte de las autoridades se peló. No así el presidente municipal, don Anacleto Eraclio Núñez, quien «desplegó una actividad, energía y valor tan nobles, que lo hicieron acreedor a la gratitud de la ciudad».
Pero eso no obstó para que, la noche del 11 de enero de 1853, fuera asesinado por motivos políticos, en la hoy plazuela Obregón de Culiacán, lo que provocó gran alarma entre los culichis.
Refiere don Eustaquio que lo mató un tal «Güero Nicho», por órdenes de la familia De la Vega, uno de cuyos miembros, Francisco de la Vega, aprovechó para atacar y recobrar la capital unos días después.
El 28 de octubre de 1851, un fuerte huracán azotó Mazatlán, haciendo estragos en edificios de la población.
5. EL CULIACANAZO DE 1852
Y en 1852, el 1 de octubre, un «terrible huracán en la capital, inunda y destruye una parte» de Culiacán, lo que no importó a nuestros políticos de aquel tiempo, y aun con los estragos de la tragedia, el 16 de octubre Culiacán fue tomado por fuerzas armadas provenientes de Mazatlán, quienes «se entregan a un horroroso saqueo por tres días y cometen en la infeliz ciudad toda clase de desórdenes. Su rapacidad llegaba hasta destruir lo que no se podían llevar».
Este Culiacanazo se dio en el marco de los pleitos por la gubernatura entre Francisco de la Vega y el capitán Pedro Valdés, que se había rebelado en Mazatlán declarando al puerto como territorio segregado de Sinaloa, apoyado por comerciantes extranjeros, para tomar el control del contrabando de mercancías a través del puerto, que era un botín muy codiciado.
6. EL CIRCO QUE HIZO HUIR A UN EJÉRCITO
El 1 de junio de 1855, un fuerte temporal en Mazatlán provoca la destrucción de varias embarcaciones.
El 14 de junio de 1856 se registra un «horrible incendio» en la población de Altata, ocasionado por la explosión del parque que estaba recibiendo la balandra Ventura, dejando algunos muertos y heridos.
El 1 de septiembre de 1859 por la noche y la madrugada del siguiente día, se observó en todo el estado «una hermosa aurora boreal; la noche anterior se había observado una menos luminosa».
El 3 de mayo de 1872, una compañía de cirqueros que, al marchar hacia Mazatlán, levantaba gran polvareda, hizo huir a la partida militar del puerto, al creerlos estos que los atacaba un gran ejército. Dos días, después, el bando contrario aprovechó para entrar a la ciudad sin disparar un tiro.
7. HECHICERÍA Y EL AÑO DEL HAMBRE
El 7 de abril de 1873, en Jacopo (Concordia), fueron acusados de hechicería y quemados vivos Diego Lugo y su hijo Gerónimo Porras, por orden del alcalde Isidoro Moreno, acuciado por el pueblo. «Fueron encausados los principales autores de este horroroso crimen, para que sufriesen su castigo, pero la justicia no llegó a dictar sentencia…», agrega Buelna, quien no da más detalles.
En 1877, recién electo Francisco Cañedo, casi no hubo lluvias y a fines de año la hambruna se empezó a sentir, prolongándose y empeorando durante 1878, aquel temido Año del Hambre, pese a las medidas del gobierno federal para paliarla, lo que provocó protestas desde Culiacán a El Fuerte.
Y es que la corrupción (ya desde entonces) no dejó llegar los beneficios de la ayuda federal a quienes más la necesitaban.
Fueron días en los que aplicó bien el dicho de que «todo lo que corre o vuela, a la cazuela».