EL RANCHERO DE TEPUCHE QUE RIDICULIZÓ A EULOGIO PARRA

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Esa mañanita de 1871, en la Hacienda del Zalate (en la hoy sindicatura de Tepuche, Culiacán), su propietario don Jesús Arreola vio venir como a 25 gentes con quién sabe qué intenciones.

Junto con su esposa y su hija Jesusita, se metió a la casa, donde se apertrecharon con las armas que tenían, dispuestos a defenderse contra un posible robo.

Eran tiempos en que bandidos e rebeldes eran lo mismo a la hora de llevarse lo ajeno. Arrasando con todo, y la población civil debía pagar los constantes pleitos entre políticos.

Don Jesús ya se la sabía y, con su familia, se dispuso a defender sus pertenencias.

Lo que no sabía es que aquel grupo estaba al mando del general Eulogio Parra, héroe de la guerra contra los franceses y liberal reconocido, quien se ganó el grado peleando al mando del general Ramón Corona.

2. TRES CONTRA EL MUNDO

Esos días, las comunidades y haciendas alejadas de las grandes poblaciones debían rascarse solas a la hora de defenderse contra esas incursiones, por lo que toda la familia se entrenaba en el manejo de las armas, incluso niños y mujeres.

Don Jesús y su esposa se posicionaron junto a las ventanas, listos para lo que viniera, y Dámaso Peña, asistente del general, vino a decirles que solo querían decomisarles sus armas y caballos para la causa.

Se negó don Jesús y mientras parlamentaban, vio que un grupo de aquellos querían arrear con una mula que estaba atada frente al portal. Don Jesús se enojó y disparó, dándole a Dámaso en el puro pecho.

Los que venían con él, pronto buscaron refugio tras un horno y de un trapiche mientras les zumbaban los disparos de aquellas carabinas de dos cañones manejadas con buena puntería por don Jesús y su esposa, mientras Jesusita las recargaba.

Se cruzaron los disparos y, ante la superioridad numérica de los agresores, la joven empezó a cargar las armas con postas gruesas «poniendo primero las municiones y encima otra carga de cartuchos con balas rasas» (comentó después la joven).

3. LA REBELION DE EULOGIO PARRA

Al sentir aquella andanada mortal de postas con que los rociaban, los facinerosos emprendieron la graciosa huida y fueron con su general Eulogio Parra.

Eran días en que Benito Juárez se había reelegido por tercera ocasión para presidente y don Eustaquio Buelna, en Sinaloa, ganó la gubernatura, al contender contra Porfirio Díaz y Manuel Márquez de León, respectivamente.

Ello motivó rebeliones en el país, y el 3 de septiembre de 1871, el general nayarita Eulogio Parra -retirado de la milicia tras su heroica participación en la derrota del imperio francés- había tomado de nuevo las armas en la hacienda de Piaxtla, Distrito de San Ignacio, siguiendo el Plan de La Noria, de Porfirio Díaz.

Hubo levantamientos en otros puntos del estado, atacando pequeños poblados y haciendas para hacerse de armas, caballos y dinero.

Al pasar por Elota el general reclutó gente y en Cosalá se hizo de unas barras de plata para financiar su rebelión y se dirigió al norte del Estado, donde estaban concentradas las fuerzas de Buelna.

Temprano, el miércoles 20 de ese mes, llegó a la alcaldía de Yacobito (pueblo hoy hundido bajo las aguas de la presa López Mateos) hasta divisar la hacienda de El Zalate o Zalate de los Ibarra, en la hoy sindicatura de Tepuche, y A su asistente Dámaso Peña se le hizo fácil quitarles armas y monturas.

4. EL GENERAL EN RIDÍCULO

Cuando don Eulogio vio regresar tan mal parados y heridos a esos 25 hombres, reforzó el ataque «con 40 caballos, con sus jefes, clarín y todo lo demás de su contingente, ascendiendo entonces el enemigo a 65 hombres, según informe que por escrito rindió el señor Arreola después de los acontecimientos», narra la historiadora Rina Cuéllar Zazueta en el relato «Una valerosa familia sinaloense”, que se incluye en el libro recopilatorio «Brechas del Centenario» (Edit. Creativos 7, Culiacán, Sin., 2008).

Ahora bajo las órdenes del mismísimo general, los atacantes trataron de acercarse, pero el recibimiento fue el mismo y, después de «muchas bajas», ya no quisieron ni arrimarse.

–Quemen la casa para que salgan- ordenó el general-, y luego me fusilan al dueño y a ese «maldito gringo».

Atribuían al defensor de pelo güero la puntería que los había puesto en ridículo.

5. EL GENERAL SE SACA LA ESPINA

Y ya intentaba quemar la casa cuando se arrimó don Juan Cabada, un vecino de esos rumbos, y se ofreció para convencer a don Jesús de que se rindiera y salvara por lo menos a la familia.

–Le van a quemar la casa- le dijo.

Don Jesús sopesó la situación y al fin salió en plan de rendición, y tras él, su esposa y su hija.

Para asombro de los atacantes y de su general, el tan aborrecido «gringo» que los puso en tales aprietos era la señora, quien tenía el pelo rubio.

Fúricas, las huestes del general pronto le formaron un cuadro de fusilamiento al señor Arreola.

Al verlos Jesusita, su hija, aprovechó un descuido para tomar y ocultar bajo las faldas una de las armas de su padre y poco a poco se acercó a su madre.

Cuando el general Parra, que andaba revisando a sus muertos y heridos, se dio cuenta de lo que pasaba, detuvo a su gente.

–Está usted libre – dicen que le dijo-, no se puede matar a un valiente y disculpe a mis hombres, que solo pensaban en vengar a sus compañeros.

6. EL MANUSCRITO

Ignoro, porque no lo dice, de dónde abrevó esta historia la maestra Rina Cuéllar (Navolato, 1935- 2014), reconocida historiadora, o de dónde sacó el manuscrito que, pocos días después de esos sucesos, don Jesús Arreola envió a las autoridades para dar fe de lo ocurrido.

Don Jesús agrega que, después de enterrar a sus muertos y de curar a sus heridos, el maltrecho general Eulogio Parra se fue del lugar.

Ese retraso, aventura la historiadora, dio tiempo a las fuerzas juaristas para que se adelantaran y lo derrotaran en un poblado de la sierra, que aún existe, llamado Las Higueras de Ballaca (en el distrito de Badiraguato, alcaldía de Alicama).

El general Eulogio Parra tiene nombre de calle en la colonia 21 de Marzo, pero no veo que don Jesús Arreola, el valiente hombre de familia y de provecho que tan mal lo hizo quedar, tenga aunque sea el nombre de un callejón en Tepuche.

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NOTA: Respecto a las fechas que da la maestra Rina Cuéllar, dice que fue en 1871 cuando Parra se rebeló contra el gobierno juarista, aunque en las biografías que consulté se dice que él murió en 1868 o 1869.

Pero el historiador Pablo Torres Sánchez, coterráneo de Parra (que nació en Ixtlán del Río, Nayarit), descubrió en 2017 que, en octubre de 1871, Parra fue dado de baja de la milicia en Mazatlán, al considerársele desertor por sublevarse al supremo gobierno. También corrige la fecha de su muerte, para fijarla el 4 de julio de 1872.

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