Hacia la segunda mitad de la década de los 80 la UAS fue prolífera en la promoción del canto nuevo y el folklor latinoamericano, teniendo a la Casa de la Cultura como el sagrado espacio donde organizaba las magníficas Peñas Universitarias, que daban inicio a las 8 de la noche y concluían por la madrugada. Entre los grupos infaltables estaba el Culpegualt (Culiacán, Pericos, Guamúchil y Altata), que entre otros miembros incluía a Javier Valdez (hoy, laureado escritor), Chuyita Rendón (funcionaria de la Cultura de la UAS) y Antonio Uribe (que en paz descanse). Todo podía ir bien en el escenario, excepto cuando Julio Bernal se acercaba a un interruptor y hacía encender un foco muy especial: era señal de que sólo les quedaba una canción más por interpretar. Y fuga.
