La corrupción por casos de narcotráfico existe en realidad desde los inicios del problema en México, a partir de las sucesivas prohibiciones de estupefacientes en los años 1920.
Originalmente, el problema no era visto como policiaco ni menos de seguridad, sino como un problema de salud pública, y como tal lo atendía la autoridad sanitaria.
Conforme el monstruo fue creciendo y con los altos volúmenes de dinero que se movían, la corrupción en las distintas áreas de gobierno fue haciendo su aparición hasta que hoy, a cien años de distancia, lo ha corroído todo, sumiendo al país en un baño continuo de sangre.
- CASOS DE CORRUPCIÓN
Así, con la prohibición de las drogas, llegó la corrupción en el servicio público.
Ya en 1928, el Departamento de Salubridad Pública –antecesor de la Secretaría de Salud- lo reconocía:
«En esta corporación, como en casi todas, suelen de vez en cuando filtrarse elementos que, aunque aparentemente presten una magnífica ayuda, en el fondo lo único que les preocupa es su medro individual».
Y es que no tardaron en registrarse acusaciones de corrupción entre sus agentes, y se combatieron. Como en el caso del agente de la Policía de Narcóticos Ignacio Campos que, en 1926, fue renunciado por «graves faltas y probables delitos cometidos».
O Antonio Canedo, quien renunció «en virtud de atender asuntos», pero en realidad por haber desertado durante un operativo policial.
O Pedro Incháustegui, agente sanitario viajero en Zacatecas, que en 1927 fue cesado al recibir sus jefes «ciertos informes» de los que no se detalla más, pero se intuyen.
- TODOS ESTABAN EN EL AJO
En el estudio (publicado por El Colegio de México), «Ascenso y declive de la policía de narcóticos del Departamento de Salubridad Pública en México (1917-1960)», Carlos A. Pérez Ricart (del Centro de Investigación y Docencia Económicas) y Nidia A. Olvera Hernández (del Instituto Mora) develan cómo se dio el cambio de la política antidrogas, primero como un problema de salud, hasta ser un tema de seguridad.
Con ese cambio gradual, la primera policía antinarcóticos, creada para otros fines, fue perdiendo importancia hacia inicios de los años 40 en favor de la Policía Judicial Federal, del Ejército y de las policías locales.
Y hasta la Secretaría de Gobernación entró en el ajo, a través de su Oficina de Investigaciones Políticas y Sociales (1941-1947) y después mediante la temida Dirección Federal de Seguridad (1947-1985), que además de la persecución y el espionaje político, le entró al combate al narcotráfico.
- PRIMEROS ANTECEDENTES
Los primeros antecedentes de la policía sanitaria vienen desde 1841 con la creación del Consejo Superior de Salubridad, que en 1917 es suplido por el Departamento de Salubridad Pública, al cual se integra esa policía para vigilar y operar contra su comercio ilegal.
Ello, a partir de la prohibición en 1920, de la mariguana y, desde 1923, de la cocaína, la heroína y la morfina, con cada vez más fuertes sanciones penales para el tráfico local y para la exportación e importación.
Un inspector de salud debía tener «antecedentes de moralidad y competencia» y además, ser ejemplar, «culto y decente».
Las áreas que atendían eran la de Narcóticos (que es la que nos ocupa), de Sanidad, de Comestibles y bebidas, de Leches, de Mercados y plazas, de Higiene y veterinaria y de Agentes foráneos, y en 1935 se creó la de Pulques.
- TODO CONTRA LOS CHINOS
En sus primeros años, uno de sus blancos fueron los fumaderos de opio, en manos de la comunidad china.
La campaña antichina de aquellos años desembocó en la deportación de más de mil chinos entre 1911 y 1940, por considerarlos «extranjeros perniciosos», y uno de los pretextos fue su papel en el tráfico de drogas.
En la capital del país, los 12 agentes comisionados hacían visitas domiciliarias a los fumaderos, y vigilaban a viciosos y traficantes, remitiéndolos a la cárcel, y vigilaban boticas y farmacias donde se expendieran narcóticos a viciosos.
Era una cantidad insuficiente ante tanto vicioso. Por eso, en 1931, el DSP pedía más recursos y la cooperación de otras dependencias para atacar el problema. Al ejército se le pedía apoyar a la fuerza pública y que suprimiera «el uso de las drogas» entre los soldados.
Pedía también el apoyo de los gobernadores a sus delegados, y a Hacienda le pedía «el control de los narcóticos por las Aduanas».
- VENTA DE PROTECCIÓN
Ante los casos de corrupción, se intentó establecer controles para que la criminalidad no los coptara, y a través de Servicios Confidenciales se investigaron las denuncias.
Así, se acusó a Raúl Camargo, quien fuera director de la Policía de Narcóticos en la ciudad de México, de dar protección a traficantes y de haber sido coptado por una «matriz de una sociedad de chinos conocida con el nombre de la Lung Sing», la cual encontró en Camargo «un magnífico elemento para utilizarlo en sus maniobras, comprendiendo perfectamente su fondo moral y la forma en que podría serles útil».
La acusación añade además que los traficantes Félix y Othón Sánchez pagaban una cuota a Camargo y a sus agentes para no ser molestados por la policía.
A mediados de 1929, Camargo fue destituido y en marzo de 1930 se le consignó ante el juez.
- FUERA DE LA CAPITAL
Fuera de la ciudad de México, la Policía de Narcóticos actuaba a través de sus delegaciones, persiguiendo «sin tregua a los vendedores clandestinos».
En los archivos de la SSA se da fe de sus operativos en Mazatlán, Nogales, Villa Acuña y Chihuahua, en 1929-1930, entrando a las «casas donde habitaban chinos» para decomisar heroína y agujas hipodérmicas.
También los informes dan cuenta de las primeras acciones contra el cultivo de amapola y mariguana, como el que se dio en abril de 1925 en Mazatlán, con la destrucción de un plantío de adormideras y la aprehensión de «cinco chinos» quienes fueron puestos «a disposición del juzgado del distrito».
- COOPERACIÓN BINACIONAL
En 1938 en Sonora, se registra el primer caso de cooperación binacional en el combate al narcotráfico, con la primera campaña de erradicación, con elementos militares, cuatro agentes sanitarios, y el agente de Aduanas estadunidense Alvin Scharff.
Ese modelo llegó en 1940 a Sinaloa, con la participación de dos agentes de Salubridad, cinco policías judiciales estatales, un subteniente, seis soldados y un agente aduanal de Estados Unidos.
«No tenían ni caballos, y los dueños de los pocos que había en la región no querían prestarlos al destacamento de soldados y policías. Pareció ya un gran logro que el DSP pudiera rentar una avioneta de reconocimiento para fotografiar desde el cielo la región», dicen los autores.
- «NO SE PUEDE CONFIAR»
En 1943, la participación de los agentes sanitarios disminuye, para darle preponderancia a las Fuerzas Armadas y luego a la Procuraduría General de la República, a la que se supeditan la Policía de Narcóticos de la SSA, algunas unidades del ejército y la fuerza aérea, y policías estatales y municipales.
Para 1959-60, ya la Policía Federal de Narcóticos estaba tan relegada que un agente de EEUU se sorprendió al enterarse de su existencia.
«No es una organización en la que se pueda confiar; aceptan dinero de traficantes y no hacen casos judiciales», le respondió el coronel Héctor Hernández Tello, subjefe de la Policía Judicial Federal, institución que también terminaría por ser infiltrada por el narco al paso de los años, como todo.