Aunque fugaz, y más como un pretexto para sacar a retozar agravios, frustraciones y rencores, el zapatismo en Sinaloa se dio en el primer semestre de 1912.
En su tesis «La rebelión zapatista en Sinaloa», para acceder a la maestría, la investigadora Diana María Perea Romo escribió en 2009 que el zapatismo en Sinaloa «es la suma del descontento frente a la autoridad, de distintos sectores sociales como rancheros medios, campesinos, mineros, bandidos, que percibían agravios de prefectos políticos, caciques, cuerpos de rurales, compañías mineras, los cuales no fueron solucionados tras la declaración del fin de la revolución maderista».
A nivel nacional, contra el gobierno de Francisco Madero se rebelaron Emiliano Zapata en el sur; Pascual Orozco en el norte, y a nivel nacional Emilio Vásquez Gómez, que aspiraba a la vicepresidencia y no se le concedió.
Bajo esos signos de rebeldía se movieron en Sinaloa subalternos de Juan Banderas, molestos porque Madero lo hizo encarcelar en la ciudad de México; jefes de guerrillas agraviados por el ninguneo o porque, tras el triunfo, fueron perseguidos por caciques o enemigos políticos. Otros por no obtener el cargo que creían merecer.
2. LOS CONJURADOS
Así el 13 de febrero de 1912 se proclamó el Plan de Ayala en Navolato y Eldorado, nombrando a Antonio M. Franco como jefe de la junta militar.
Antonio Franco era de Tamazula (Durango) y su movimiento tenía presencia además en los pueblos de Badiraguato, y en dicha junta estaban Manuel Vega, también de Navolato, comerciante, y Pilar Quinteros, duranguense muerto el 19 de abril en los saqueos de Culiacán.
También Francisco «Chico» Quintero, que fue líder de los comuneros de la Cofradía de la Loma (Navolato) y que fue de los pocos que podían alegar una causa agrarista, pues su pueblo había sido despojado de sus tierras por la compañía deslindadora a favor de los Almada, y no estaban conformes.
Eran vistos por la prensa y por los grupos en el poder como bandidos.
3. PRIMERAS CORRERÍAS
Así, el 28 de febrero de 1912, esos grupos, huérfanos de líder político al darles la espalda Madero, asaltaron Mocorito al grito de «¡Viva Zapata!», haciéndose de cabalgaduras, armas y dinero.
A principios de marzo, Antonio Franco con su guerrilla asaltó el mineral de San José de Gracia, donde declaró que «el gobierno va a pagar muy caro el encarcelamiento de Juan Banderas», y en Tamazula se unió a Conrado Antuna, otro ex maderista inconforme.
En tanto, en San Ignacio, Pilar Quinteros al frente de 200 hombres, revolvía el agua en San Dimas, San Juan y entre la indiada de Ajoya, que se le unió en sus correrías por esa región.
En abril, Conrado Antuna y Antonio Franco tomaron Topia, Durango, y la prensa dio fe de la meticulosidad de los saqueos, llevándose “hasta los cazos para hacer atole”.
Y agrega: “Eran cerca de 600 los que entraron a esta y casi todos maderistas de ayer, zapatistas de hoy y vazquistas al firmar los recibos”. O sea…
4. LA 2ª TOMA DE CULIACÁN
Todas esas partidas se unieron para tomar Culiacán el 17 de abril de 1912, con mil 500 hombres.
Permanecieron aquí por 15 días durante los cuales salieron a flote sus desacuerdos, al saquear cada quien por su cuenta (una familia se quejaba de que su casa fue saqueada 5 veces en ese lapso y después dinamitada).
El duranguense Pilar Quinteros fue fusilado el día 19 por orden de Antuna, al darse este cuenta de que andaba saqueando a escondidas de los demás jefes.
El nombre de Pilar Quinteros causaba pavor por su bien ganada fama de ser de los más rapaces. Decía que «tenía derecho al saqueo porque había entrado peleando», y con su gente asaltaba tiendas comerciales lo mismo que mansiones, para hacerse de buena ropa y de excelentes comidas.
Mujeres violadas o que escapaban brincando tapias y cercas, borracheras de la soldadesca, fusilamientos y constantes pleitos entre los jefes. Fueron 15 días de terror para la sociedad culichi, como no se vieron en la primera toma del año anterior.
5. DIAS Y NOCHES DE TERROR
Al irse los zapatistas, desde el 29 de abril, el temor continuó porque los ladrones comunes, ante la falta de policía, intentaban asaltar las casas y las familias seguían huyendo.
A inicios de mayo fue recuperada la plaza por Ramón F. Iturbe, Herculano de la Rocha y Cándido Avilés, apresando a 132 zapatistas al mando de Antuna, quien cayó muerto en la refriega.
El 3 de mayo de 1912, el Correo de la Tarde reseñó la llegada a Mazatlán de un vapor con 83 culichis que huían de estos zapatistas.
El barco iba atestado, con gente en cubierta y en los pasillos, su equipaje en desorden, empacado de prisa. En Altata, donde embarcaron, los de la naviera cobraron el pasaje arriba del barco porque en el muelle no había seguridad.
Igual terror se vivió en Rosario, donde las gavillas disparaban bombas cerca de los pueblos, y en otros puntos del estado.
6. LOS ZAPATISTAS DEL SUR
En el sur de Sinaloa hubo también quienes se llamaron zapatistas.
Entre ellos Juan Cañedo, Justo Tirado y el exteniente Miguel Guerrero (este en Tepic, pero con incursiones en Sinaloa), que participaron también en los inicios del maderismo y se rebelaron de nuevo en Mazatlán, Rosario, Concordia, San Ignacio y Escuinapa.
Se sentían relegados por el nuevo régimen que, al negarles méritos, les consideraba bandidos, y se asumieron zapatistas porque algo tenían que ser. En noviembre anterior, Zapata había lanzado su Plan de Ayala.
En un ataque a Concordia, Cañedo declaró que él no era zapatista, y que dejaría la rebelión a cambio de formar un cuerpo de rurales con sus tropas y que le dieran 10 mil pesos para recuperar los vales que repartió.
A su vez, Justo Tirado, de Palma Sola, Mazatlán, quien fue maderista en sus inicios, tras el triunfo fue nombrado prefecto de Mazatlán hasta que el gobernador José Rentería lo acusó de corrupción y de cometer excesos.
Mientras, el bandidaje cundía…
7. ZAPATISMO EN EL NORTE
En el norte de Sinaloa también se dieron expresiones de lucha zapatistas y orozquistas, prácticamente en El Fuerte y Choix.
En marzo de 1912 se levantaron en armas Blas Retes y Tomás Verdugo con 300 hombres a su mando, tomando la villa de Choix del 13 al 19 de marzo, a donde volvieron el 13 de abril para saquear negocios, extorsionando a pudientes y robando ganado y armas.
Esos mismos días, una partida de 30 zapatistas al mando de Fortunato Heredia entró a Los Mochis, y cometieron robos y saqueos, y al salir rumbo a Sinaloa, se unieron a la gente de Manuel Vega, Antonio Franco y Francisco Quintero, reforzándolos en el combate contra los federales, que los derrotaron.
Algunas partidas orozquistas venían de Sonora o de Chihuahua, pero los de Sinaloa preferían llamarse zapatistas.
8. INDULTO O CUELLO
Mineras, comercios, industrias, haciendas. La primera mitad de 1912 fue de mucho saqueo, extorsiones e inseguridad en la entidad. La autoridad les combatió y les infligió severas derrotas. A la vez, les ofrecía el indulto si entregaban las armas.
Muchos jefes rebeldes se acogieron a la amnistía. Uno fue Manuel Vega, quien al declarar porqué desertaba, dijo que «por no estar conformes con los procedimientos de Franco, de Quinteros y de otros cabecillas que saquearon a Culiacán».
Juan Cañedo, en el sur, fue otro, al darse cuenta, dijo, que «ya no se cuenta con el apoyo de los pueblos…. Cuando llegaban a pedir un vaso de agua los recibían a balazos».
Así, para mediados de 1912, el zapatismo en Sinaloa concluyó, pero no el bandolerismo. Para inicios de 1913, con la muerte de Madero, el panorama político en el país cambió radicalmente y seguramente muchos de los grupos que persistían en el bandidaje tuvieron una nueva oportunidad de reivindicarse ahora al frente de los nuevos grupos políticos que se formaban para arrasar con lo que quedaba del Porfiriato.