EL CALÓN, UNA PIRÁMIDE PREHISPÁNICA EN SINALOA

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El Calón, Escuinapa. Camino hacia la cima, marcado con conchas

Existe en la extensa zona de marismas y manglares de Teacapán, Escuinapa, un «cerrito» formado con millones de conchas marinas, llamado El Calón que, desde su descubrimiento en 1968, ha desconcertado a los estudiosos, quienes opinan que es una pirámide de origen prehispánico.

La pirámide se ubica en el centro de una gran laguna llamada Agua Grande, ubicada en esa zona de manglares «comprendida entre el río Santiago, en el centro de Nayarit, y el río Piaxtla en el centro-sur de Sinaloa», patria de la antigua etnia totorame.

Para llegar hay que tomar una lancha en la pesquería conocida como El Mezcal o en alguna otra, en los esteros de Teacapán, y navegar por casi una hora, para luego caminar durante dos horas por senderos obstruidos por la vegetación, entre mosquitos y jejenes.

Al sur, el Cerro del Muerto; al norte el de Las Cabras y al oriente el de la Muralla. Al poniente el inmenso mar océano.

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A simple vista semeja un cerro, debido a la mucha vegetación que la cubre tras siglos de abandono.

La pirámide, en forma de cono trunco, tiene una altura de 20.70 metros, con una cima con cuatro lados de 12×11 metros, y en la base mide 85x 88 metros.

Otros conchales hay en la región, pero miden a lo más, ocho metros de altura, y se piensa que los antiguos totorames que habitaron la región los alzaron como dique contra las mareas altas, pero por lo menos cuatro de ellos fueron centros ceremoniales.

Se le considera la única pirámide arqueológica que hay en Sinaloa y, para alzarla, se vaciaron allí capas de 30 centímetros de conchas entreveradas con otros 30 cm. de tierra.

Se levantó a lo largo de cien años con conchas de almejas, ostiones y, en un 75 %, patas de mula, todas cerradas, es decir, no son residuos de una comilona.

Se calcula que, para erigirla, se recolectaron más de 275 millones de moluscos.

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Fue descubierta en 1968, y los primeros estudios los hizo Stuart Scott, director del Proyecto Marismas Nacionales, quien aplicó el método del carbono 14 a algunas muestras de conchas y determinó que El Calón fue construido alrededor del año 1750 A.C., que es la versión que predomina.

Vista desde la cima de El Calón, Teacapán

Posteriormente, el investigador Richard Shenkel, al analizar globalmente los sitios de la marisma, concluyó que debió erigirse entre los años 700 y 1000 D.C.

El arqueólogo Luis Alfonso Grave Tirado, investigador del INAH Sinaloa en el Museo Arqueológico de Mazatlán y coordinador del Proyecto Arqueológico Sur de Sinaloa, está más acorde con esta última visión, dado que «la época en que se gestan las condiciones sociopolíticas suficientes y necesarias para permitir la erección de una estructura como El Calón es a partir del año 750 D. C.»

Pero todos concuerdan en que esta curiosa pirámide fue parte de un centro ceremonial prehispánico, destinado a ritos relacionados con la fertilidad, a fin de asegurar una pesca abundante.

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En excavaciones realizadas en diversos sitios de esta pirámide, se han hallado manos de metate, fragmentos de hachas de piedra, tres piedras con formas fálicas muy rudimentarias (por allí leí que metidas en conchas), y dos figurillas antropomorfas, de barro, una completa y la otra sin la cabeza ni las extremidades.

Mucho tiempo se creyó que El Calón era la única pirámide de conchas en el país, pero posteriormente se les ha hallado también en las costas de Chiapas y de Tabasco.

Hay en la región costeña de Escuinapa cientos de montículos de conchas, pero solo cuatro de ellos son considerados centros ceremoniales, además de El Calón, que son los del arroyo «Juana Gómez», Isla del Macho, El Macho y Panzacola, que son mucho más pequeños, acaso de ocho metros.

Se sospecha que sustituyeron a El Calón cuando este dejó de usarse, por equis razones.

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Su ubicación «en medio de la nada» no fue fortuita, pues para la gente de aquel tiempo, era un lugar de esencia religiosa. Afirma Grave Tirado: «El calón se construyó exclusivamente para ello. Era un espacio sagrado».

«En ella se convocaba a todos los pescadores de la zona a congregarse frente a El Calón. En su cima los sacerdotes principales (los gobernantes), dirigían la ceremonia y hacían las ofrendas para hacer el pedimento de una buena pesca. Sólo ellos por su origen divino podían hacerlo, eran los únicos que podían interceder por todos ante los dioses y salir incólumes.

«Abajo la multitud de pescadores seguían los ritos, participando activamente hasta el momento del acto crucial, de ahí esperaban con ansia el permiso —la orden— para poder iniciar las capturas, a lo que partían como uno, “con el favor de los dioses”».

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La escasez de materiales para construir indica que no fue un área para viviendas, sino un espacio destinado a ceremonias en la temporada de pesca, que era la actividad dominante e iniciaba como hoy, con el equinoccio de otoño.

El autor coquetea con la posibilidad de que su nombre, Calón, sea la castellanización de «callihuey» («casa grande» en náhuatl), que es el nombre de un sitio cercano y el de la pértiga con que los pescadores miden la profundidad del agua.

Al día de hoy, agrega Grave Tirado, hay quienes se animan a hacer el tortuoso y largo camino hacia su cima para llenarse de buenas vibras en el inicio de la primavera, y algunos pescadores piensan que abajo de ese «cerrito de conchas» está sepultada una iglesia.

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Para rematar el aire de misterio que, entre los pescadores suscita ese lugar, no falta el lado anecdótico:

Y cita: «Cuenta la leyenda que, en las noches de luna llena, cuando los pescadores se apresuran a echar sus redes, a medianoche en la cima de El Calón se enciende súbitamente un gran fuego, y los osados que se han atrevido a acercarse a observar, juran que a su alrededor se puede ver a un indio bailando».

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NOTA: Datos tomados del ensayo «El Calón, un espacio sagrado en las marismas del sur de Sinaloa», del arqueólogo Luis Alfonso Grave Tirado; Estudios Mesoamericanos nueva época, No. 8, enero-junio 2010, y de otros estudios del autor. Las fotos son un préstamo de su artículo «El Calón y otros espacios rituales en las marismas de Escuinapa», publicado en diciembre de 2020 en el portal Son Playas, periodismo ambiental. Otros datos los tomé del portal de la revista «México desconocido».

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