No ocupa más que ser ella. Sin rebuscamientos. Con su pensamiento alerta. Con la irreverencia que por fin, Dios Santo -o quien sea- justifica la presencia esta juventud insulsa y refresca a la generación de cantorcitas y cantorcitos -en Sinaloa- que se han vuelto de cartoncito para quedar bien con la autoridad cultural en turno. Pero a decir verdad, además de ser ella, aparte de ser la de renovado espíritu rebelde, Fernanda Cuén ocupa a Demeria, el personaje de la guitarra que le suma fuerza cuando ella arremete desde el escenario.