Ya lo dijo la periodista Azucena Manjarrez: Lo que menos ha interesado es la historia, porque -desde hace unos días- han estado desapareciendo de manera paulatina partes del cancel que rodea el kiosco de la Plazuela Rosales, sin que nadie pueda detenerlo. Al paso que van, poco quedará de esta edificación que ha revestido un importante espacio para la vida social y cultural de Sinaloa. No se necesita ser especialista para saber que no ha costado mucho trabajo írselo llevando por ‘partes’, para seguramente malbaratarlo. ¿Acaso ninguna autoridad municipal se ha dado cuenta? Parece difícil entenderlo, porque –incluso-, en algunas partes los huecos ya son enormes. No faltan dos ni tres piezas, sino más que eso. El kiosco: que había superado los embates del tiempo. Que había permanecido, allí, sosteniéndose como un emblema. Y el complejo de la plazuela, que presenta además bancas incompletas. Vandalizadas. Recuérdese que, en su conjunto, la Plazuela Rosales fue diseñada y construida en su forma más acabada, en 1890, por el arquitecto Luis F. Molina, aunque con el tiempo ha ido sufriendo algunas modificaciones. Actualmente, tales modificaciones han sido grandes. Pero no para bien. Porque, del kiosco, no quedará nada.
Culiacán, Sinaloa, 25 de febrero de 2019