EL DAVID AGUILAR

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  • El mexicano más nominado a los Grammy, cosecha lo que ha sembrado en la música.

Las cinco nominaciones al Grammy que recibió el cantante culichi David Aguilar, quizás no sea sorpresa para muchos que lo han visto crecer en la música.

Desde sus inicios en grupos locales de rock o cantando en bares, fiestas y festivales, su vocación nunca fue inequívoca. Cantar era su deseo. Y así lo hizo de manera independiente, grabando caseramente y siempre buscando tocar en foros bohemios, donde pudiera.

En Sinaloa -específicamente en Mazatlán y el centro de Culiacán-, nacieron muchas de sus canciones, en tiempos donde maduró con su voz y sus letras. Recordemos, sobre todo, El Ventarrón (2010) en el que retomó canciones tradicionales como La cuichi y El niño perdido, para ponerles letra. Además de sus ya clásicas canciones: La de la libélula, A la ventana Carolina, De largo vi pasar tus dedos, Eco; y la musicalización del bello poema de Gilberto Owen, Booz canta su amor.

Como creador errante, David también radicó en Guadalajara por algún tiempo, donde nació La cumbia de la bicicleta y finalmente regresó a la Ciudad de México, a ‘seguir’ intentando, y poco a poco fue expandiendo su camino logrando colaborar con artistas como: Natalia Lafurcade, Jorge Drexler, Mon Laferte y Eugenia León.

Como resultado de esto ahora podemos verlo en las recientes ternas de los Premios Grammy. Fue nominado en la categoría de Canción del año, con Embrujo, cantada en solitario; y con Danza de Gardenias, junto a Natalia Lafurcade.

También está en la terna de Álbum del año, Mejor artista nuevo y Mejor álbum cantautor. No es poco. Seguramente es mucho más de lo que se hubiera imaginado cuando, acompañado de su guitarra, entonaba sus canciones donde, con su peculiar silbido, alegró los corazones de más de alguno.

El David Aguilar no es ya sólo de sus amigos, de aquel público que siempre lo ha seguido. Es ya un artista al que no hay que perderlo de vista porque -como se dice por ahí-, lo mejor para él está por venir.

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