Por Azucena Manjarrez
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5 años costó la reapertura del Museo de Historia Regional, como para que todavía no termine de despuntar.
La reapertura del Museo de Historia Regional de Sinaloa, ubicado en el Parque Constitución, costó más de 5 años; sin embargo su funcionamiento a estar alturas no termina de despuntar. Recordemos que durante ese tiempo permaneció cerrado por una ‘remodelación’, desdeñada por las autoridades.
El Ayuntamiento de Culiacán, a quien pertenecía el inmueble, y el Instituto Sinaloense de Cultura, a quien le correspondía su operatividad, se mantuvieron en un zipizape que lo único que logró fue alargar su olvido. Sumemos al Instituto de Antropología e Historia, a cargo del resguardo de las piezas –que también estuvo en la disputa– en la que debido al ‘extravío’ de 32 piezas, devino en una demanda legal.
Las cosas para el museo no fueron buenas, incluso se pensó en una reubicación para colocar en su lugar una cafetería, mientras que los años pasaron hasta que al fin, en 2015, se anunció su reapertura para seguir siendo el espacio en el que desde 1958 se habían exhibido documentos históricos originales, retratos, fotografías y la emblemática carreta que utilizó Francisco I. Madero para transitar por los caminos de Sinaloa.
El museo se gestó como un espacio entrañable de la ciudad. Su visita fue casi obligada, después de recorrer el parque; y qué decir de la clásica fotografía que muchos se tomaron en las afueras del recinto, allí donde estuvo el meteorito que ahora se exhibe en el Centro de Ciencias de Sinaloa.
Era el museo que estaba donde tenía que estar: cerca de la gente, de los infantes, de los adultos, que aunque se pudo proyectar más, cumplía con su misión, esa misma que busca mantenerse con visitas escolares.
En 2010, fecha en la que fue cerrado, se prometió una remodelación ‘necesaria’ que vendría a redimensionar su función, pero el museo sigue estando ahí, sin darnos más de lo que la ciudad necesita.
¿Dónde está ese espacio vivo que se prometió?, ¿dónde están los ciclos de conferencias?, ¿dónde está ese acercamiento con la gente?, ¿dónde están tantas cosas que se prometieron con su remodelación?
No las vemos. Tenemos un museo discreto, que necesita despertar y despertar nosotros con él.
Me correspondió trabajar la elaboración del guión museográfico, correspondiéndome desarrollar al periodo de la revolución mexicana. Desde la fecha de su inauguración, le hicimos notar a la persona encargada de la implementación de la museografía sobre inexactitudes contenidas en algunas de las fichas y en la colocación de objetos que no correspondían a la sala en que se encontraban (por ejemplo existe una bandera del ejército constitucionalista, que se localiza en la sala de la intervención francesa y debiera localizarse en la sala de la revolución), al día de hoy no se ha corregido esa inexactitud.
Es una lástima que no se le promocione y que la gente no lo visite, existe una rica e interesante colección de figurillas y cerámica correspondiente a una excavación que realizara el arqueólogo de INAH, Héctor Gálvez en 1968 en el ejido de Los Mezcales.