PAN DE MUERTO

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Por la chef Delia Moraila

“Llévate mi alma, quítame la vida, pero de mi pan de muerto, ni una sola mordida”

El gusto por la elaboración de un pan especial para recordar a los muertos se remonta a la época de los sacrificios humanos y a la llegada de los españoles a la entonces Nueva España,  en 1519.  Comer pan de muertos es para el mexicano un verdadero placer; se le considera la antropofagia de pan y azúcar. El fenómeno se asimila con respeto e ironía: se desafía a la muerte. Se burlan de ella, comiéndosela. En el libro “De Nuestras Tradiciones” se narra la elaboración de un pan compuesto por semillas de amaranto molidas y tostadas, mezclado con la sangre de los sacrificios que se ofrecían en honor a los dioses.

Tal pan tan especial era ofrendado a Izcoxauhqui (dios otomí del fuego), Cuetzaltzin o Huehuetéotl (dios viejo). También hacían un ídolo de Huitzilopochtli de “alegría”, al que después encajaban un pico; y a manera de sacrificio le sacaban el corazón en forma simbólica, pues el pan de amaranto era el corazón de ídolo. Luego se repartían entre el pueblo algunos pedazos del pan, para compartir la divinidad. Se cree que de allí surgió el pan de muerto, el cual se fue modificando de diversas maneras, hasta llegar al actual. El pan de muerto tiene un significado: el círculo que se encuentra en la parte superior del mismo, es el cráneo; las canillas, son los huesos; y el sabor a azahar es por el trecuerdo a los ya fallecidos. Pues ahora bien: te comparto enseguida mi sencilla receta, la cual disfrutarás al mezclar y amasar, transformando los aromáticos ingredientes en un suculento ritual que se convierte en nuestro muy significativo pan de muerto.

INGREDIENTES

  • ½ kg. De harina
  • 250 gr. de azúcar
  • 1 cucharadita de sal fina
  • 40 gr. de levadura
  • ½ taza de leche tibia
  • 5 huevos
  • 250 g. de mantequilla suavizada
  • 2 cucharadas de ralladura de naranja
  • 1 cucharadita de extracto de  azar
  • 1 huevo para barnizar

PREPARACIÓN

En un recipiente agregar la levadura y la leche  tibia con una cucharada de harina y una de azúcar, injertar muy bien y dejar reposar unos 20 minutos para que leve en un lugar tibio. En el tazón de la batidora, agregar la harina, sal y azúcar, luego agregar la levadura que se ha dejado reposar, injertarla muy bien con el gancho de la batidora. Una vez que está todo integrado, agregar la mantequilla fundida previamente (dejarla enfriar)  e injertarla con la mezcla anterior, hasta que todo esté  muy bien integrado. Paso seguido, agregar uno a uno los huevos sin dejar de batir, luego agregar la cucharadita de extracto de azar (poner ½ taza de agua a hervir con 3 cucharadas de flor de azar y dejar reducir) y la ralladura de naranja, retirarla de la batidora y amasar con las manos hasta que quede una masa tersa (la sentirás muy chiclosa, debes agregar poco a poco harina en tus manos y seguir amasando; nunca poner la harina directo a la masa; esto, hasta que se despegue de la mesa y tus manos estén limpias de masa). Dejar deposar por 40 minutos aproximadamente, hasta que doble su tamaño. Engrasar una charola para horno, trocear y bolear la masa y colocar uno a uno los bollos en la charola, dejando un espacio considerable para que doblen su tamaño. Con la masa restante hacer los huesitos y pegarlos con el huevo batido. Dejar reposar de nuevo, precalentar el horno a 300 °C por 15 minutos. Introducir las charolas al horno y hornear a esta temperatura por 15 minutos, después bajar la temperatura a 200°C y dejar cocer hasta que doren. Al retirar las charolas del horno y con los panes aún muy calientes, barnizar con mantequilla derretida y bañarlos con azúcar. Inténtalo. Te quedará de maravilla. Y si tienes dudas, pregúntame.

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