Por Azucena Manjarrez
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A casi un año de la presente administración, pareciera que poco a poco el sexenio de los ‘mochitecos’ ha ido quedado en el olvido.
En el tema de seguridad sabemos que no vamos bien: en Sinaloa, tal parece que el peligro mismo es estar vivos. Pero en cultura ¿vamos bien? Las respuestas pueden ser muchas. Lo que sí es una realidad es que estamos ¿mejor? que la administración pasada, en donde por más esfuerzos que se implementaron, siempre ganó el propio desdén por el arte y sus hacedores.
Cierto es que ahora las quejas son menos. En casi un año de la presente administración, nadie ha tomado las oficinas del ISIC, los despidos han sido los menos, existe una aparente calma y se ha mantenido una oferta aceptable, aunque sigue faltando la Biblioteca Gilberto Owen y una verdadera renovación de programas anquilosados.
La apuesta fue clara desde un principio: regresar a los viejos rostros de la cultura para revivir a ese Difocur de antaño y reactivar la participación de los grupos de creadores ‘congelados’ durante el sexenio de los ‘mochitecos’, de quienes –salvo una que otra excepción– no se ha sabido mucho.
La añoranza de que se acabara rápido el sexenio se cumplió y, a cambio, trajo a Papik Ramírez a la dirección para mediar fuerzas y recuperar el orden.
En este reordenamiento se tomó la decisión de reemplazar al maestro Gordon Campbell de la dirección de la OSSLA y popularizar el Festival Cultural Sinaloa, que actualmente se lleva a cabo con la presencia de figuras como Juanes y Aterciopelados, para recuperar al público; algo así como lo que se le criticó a la UAS por traer a artistas comerciales como Ricardo Montaner o Café Tacvba, en la edición pasada del Festival Cultural.
El ISIC se ha interesado además por hacer alianzas con otros estados y municipios, como con Tijuana, dando por resultado que Sinaloa fuera el invitado especial durante el Festival Entijuanarte; se contó además con una participación de artistas visuales en el Vaticano, pero sin embargo el asunto fue más político que otra cosa.
Y aunque así se pudieran enumerar otros programas, es claro que el reclamo por una cultura para todos no es fácil de lograr. Ya se verá al final de este gobierno.