‘SE LA SACÓ’ EL ISIC CON EL REDISEÑO DEL FECUSIN

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Un total de 5 mexicanísimos pesos. Esa es la cantidad que el Gobierno del Estado estaría invirtiendo por sinaloense en términos de recreación, esparcimiento y desarrollo personal, si se dividieran los 15 millones de pesos que costará el Festival Cultural Sinaloa (FECUSIN) entre los 3 millones –aproximados– de habitantes con que cuenta la entidad. Pero es sólo una generalidad, un modo hasta prosaico de ver las cifras, porque en realidad el FECUSIN hará acto de presencia sólo en 11 de los 18 municipios del estado, por lo que el gasto per cápita en cultura debe ser mayor, y aunque tal inversión llegue a ajustarse a la realidad, de cualquier modo terminaría siendo una falacia, puesto que desgraciadamente buena parte de los adultos, si son mujeres, prefieren quedarse viendo la novela de las ocho; y si son caballeros, el asunto estriba entre los juegos de pelota y estoy en el rincón de una cantina. O hacer bola medio mundo a donde la moda o la situación apunten.

Por eso muy bienvenido el objetivo del gobierno de Quirino Ordaz Coppel, a través del instituto Sinaloense de Cultura (ISIC), de no quedarse en la comodidad refrigerada de las salas de teatro y decidir plantarse en las calles, en las plazas, en los centros comerciales, esto es, ir a donde la gente está, a donde se hace el tumulto, lo que va a significar mucha comodidad para la raza, pues más o menos el slogan quedaría así: Si no vas, yo te la traigo (“que te la pongo, que te la pongo, que te la pongo y te la pongo ya…”). Pero esto no es sólo rollo: de 153 actividades en la cartelera del FECUSIN, el 70 por ciento se llevará a cabo en espacios abiertos.

Pero si el pretexto del público al que se quiere focalizar gira entre el ay, es que tengo muchos pendientes entre semana, el ISIC, con la visión de su director Papik Ramírez y por indicaciones del Gobernador, ha propuesto que pues siempre no, fíjese; es que tiene usted razón, cómo de que no; y por eso voy a programarle todos los eventos del FECUSIN sólo de jueves a domingo. ¿A poco creía que nomás la puntita?

Pero como la gente no se aguanta, pero como la aglomeración no ha cambiado mucho desde que Chava Flores compuso aquello de a qué le tiras cuando sueñas, mexicano, no faltará quién sea capaz de pretextar que cómo, oiga, si voy a todo eso en sólo 15 días, me atraganto. Me asfixio. No trago. Entonces, como no queriendo la cosa –pero queriéndola mucho (“como si fuera esta noche la última vez…”) – el FECUSIN  va a durar 55 días, de a poquito los fines de semana, como degustando en un restaurante gourmet: empezará el 13 de octubre, se dará por clausurado hasta el 3 de diciembre.

Alguna vez me confesó doña María Teresa Uriarte de Labastida, la penúltima primera dama por decreto (esa vez fue real) que tuvo Sinaloa, que su sueño era que algún día el FECUSIN fuera organizado por sinaloenses. Eran aquellos años en que el Festival, de ‘pe’ a ‘pa’, estaba organizado por chilangos; y eran chilangos y extranjeros la mayoría de los artistas de la cartelera. A 30 años de distancia, el FECUSIN no sólo está absolutamente en manos de sinaloenses, sino que su cartelera tiene el sabor a Puro Sinaloa: de 924 artistas, 762 son originarios o radican en la entidad (73 son connacionales y 89 se inscriben en el orden internacional). “El Festival no será flor de un día”, confesaría la doctora Uriarte a la revista Proceso, en 1987… Y ya ven.

Y si en sus tiempos se llegó a decir aquello de que “Ahora la cultura apunta al noroeste” (nada más en su primer festival, pues supo oír las críticas), en 2017 “Aquí hay algo para todos”, que es el lema del FECUSIN, cuya imagen, por cierto, en conjunto configura a El Principito (“Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres”).

Y yo, como El Principito: anuncian que el FECUSIN viene en octubre, pero por este rediseño más claro y más democrático, yo empiezo a ser feliz desde septiembre. No cabe duda: el ISIC ‘se la sacó’ con eso de ir a donde la gente está, con eso de programar fuerte los fines de semana, con eso de evitar intoxicaciones culturales por un atracón de 15 días. Y no lo había dicho: por hermanarse con Mazatlán y su Festival, el único municipio que le hizo frente a la crisis cultural cuando el gobierno de Renato Vega Alvarado le puso fin a esta aventura luminosa que inició María Teresa Uriarte de Labastida. Pónganse listos. La fiesta casi está por iniciar.

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