Y OTRA VEZ LOS LIBROS…

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Sin bibliotecas y sin real preocupación por el tema, un espacio como el Tianguis del Libro vive bajo la amenaza del ‘desalojo’.

Si algo ha fallado durante los últimos años de administración cultural, tanto municipal como  estatal, han sido los espacios para los libros y sus lectores, esos mismos a los que se les ha dejado a la deriva desde que fueron removidas las pocas bibliotecas con que contaba la ciudad.

La historia no es nueva: en 2010 fueron ‘desalojadas’ de sus espacios originales la Biblioteca Gilberto Owen y la que estuvo en el Parque Constitución; y desde entonces, a lo más que se ha llegado, es a una construcción alejada del centro de la ciudad que no tiene clara una fecha de apertura, y a la ‘aparatada’ en el kiosco de la plazuela Álvaro Obregón, cuyo funcionamiento ha dado mucho qué desear.

Ante estas ausencias, los ciudadanos se encargaron de animar actividades en la materia, como los del Tianguis del Libro, que desde hace poco más de un año ofrecen a la venta libros a bajo costo y un programa de conferencias.

Quizás sin un aspecto ‘bonito’ –aunque sea esto lo menos importante– han sostenido uno de los pocos espacios para la lectura, que ha permitido que la gente común, la que camina por ahí, se detenga.

Esto podrá significar mucho o poco. Lo que sí es cierto es que, institucionalmente, no se había propuesto algo similar. Recordemos que la única feria del libro que existe en la ciudad la promueve –aunque suene increíble– un supermercado, esto es, la Casa Ley Tres Ríos, con un programa muy específico.

La semana pasada, los libreros representados por el ya conocido Archie –también removido de su espacio en el Parque Revolución–, recibieron la notificación para desalojar el área, por no contar con el permiso correspondiente.

Y aunque se promete una reubicación, la justificación del presidente municipal, Jesús  Valdés,  obedece a la supuesta existencia de denuncia de vecinos de que ahí se suscitan otro tipo de acciones por las noches. Pero si de eso se tratara, existen también de manera contigua bares que se adueñan del espacio público, y no se hable de otro tipo de problemáticas sociales.

La señal es muy clara: los libros ‘incomodan’ a esta administración, pero también a todos a los que ven lo poco en lo mucho. Lo que debería sumar, resta.

La cultura no sólo es llevar de manera espontanea música a los camiones y a los tianguis. Es eso y muchas otras cosas más.

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