LEOPOLDO SÁNCHEZ CELIS, EN LA MEMORIA DE LOS SINALOENSES

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Tengo la firme convicción de que los gobernadores de Sinaloa –todos–, son patrimonio cultural de su pueblo; escrutada su actuación y evidenciada su obra material en la memoria política de la entidad, quedan recuerdos, afectos, malestares, odios, sinsabores, agradecimientos, anécdotas, despojos y grupos favorecidos. En fin, quedan rasgos de vida.

En efecto, estas evidencias de vitalidad –cargadas de emociones– nos marcan y definen como partícipes, o simples espectadores, de las sucesivas administraciones públicas que han dado sustancia a los estilos de gobernar.

Para estas notas, leo y oigo los testimonios de algunos sinaloenses que conocieron a don Leopoldo Sánchez Celis (1916-1989); unos en su etapa de formación y los demás en su actuación política.

«Fue un niño candoroso, lo vistieron de Santo Niño de Atocha», rememoró su hermana Dolores, para luego afirmar que «nació para político, ya que desde que tenía 3 años de edad maniobraba en el seno familiar… mi papá nunca le puso la mano encima y a todos los demás sí; desde pequeño, tuvo mucha mano izquierda».

La misma Dolores lo definió como un niño concentrado, ávido lector que llegó al extremo de quedarse dormido en una biblioteca pública a altas horas de la noche, leyendo a Pinocho, ante la alarma de la familia que lo creyeron extraviado. Esto, cuando la familia vivió en Tepic, Nayarit.

Don Germán Rosas, que fue su amigo y colaborador, afirmó que lo conoció en 1932 –en el seno del Colegio Civil Rosales– atareado en la concepción de las reformas que debían adoptarse al interior de aquella institución educativa.

Tomás Romanillo Rodrigo, de larga tradición política en el norte del estado, lo conoció en Choix, en 1940, cuando don Leopoldo recorrió el territorio sinaloense fundando los comités del sector popular de la naciente CNOP, en los municipios; Don Tomás rememoró que, «Cuando llegó un camión  de pasajeros a Choix, tuve el cuidado de observar a las personas que llegaban y me di cuenta de un joven de buena apariencia, bien vestido, a quien me acerqué para saludarlo, con el objeto de tratar conversación; mostraba una mirada penetrante, pero en su hablar manifestaba amistad y actitud de diálogo; era cordial y de buena conversación, respetuosa y de altura a pesar de su juventud».

Más avanzada la entrevista, el Machi afirmó: «Siempre se preocupó por servirles a todos los sinaloenses… se levantaba con una sonrisa muy particular, con un cómo estás, me da mucho gusto saludarte; y luego-luego la expresión muy peculiar del hombre limpio y bueno: ¿En qué te puedo servir?

Recurro a otro testimonio, el de Genaro Valentín López Alanís, por sus interesantes referencias a un gobernador que estuvo cerca de los jóvenes estudiantes en sus diversas facetas, ya fuera como funcionario solidario en la formación profesional de los sinaloenses a través de la Casa del Estudiante, ubicada en la colonia Santa María la Ribera, de la ciudad de México, que la apoyó generosamente, o ante situaciones derivadas de la participación de los sinaloense en sus luchas juveniles de carácter político, tales como el Movimiento Estudiantil Popular de 1968, luchas juveniles que se iniciaron en el seno de la Vocacional de Ciencias Sociales del Instituto Politécnico Nacional.

En este testimonio, Genaro valida el actuar de Leopoldo Sánchez Celis como gobernador de los sinaloenses radicados en el Distrito Federal; lo reconoce como tal y destaca su mediación ante posibles soluciones derivadas de la insurgencia juvenil.

El dirigente estudiantil, miembro del Consejo Nacional de Huelga del Movimiento del 68, valora la actitud de Sánchez Celis en la línea moderada, propiciadora del dialogo, entre autoridades y los estudiantes, y la circunstancia de enfrentar a diversos grupos políticos en pugna en la sucesión presidencial del momento.

Ante el peligro de la represión física, contaron con su apoyo y resguardo en Sinaloa por un tiempo prudente, saliendo al frente el Gobernador ante los reclamos de las autoridades federales por llevárselos a la ciudad de México.

Genaro Valentín rememoró también la formación política de Leopoldo Sánchez Celis en la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM) y su apertura para entender las nuevas formas de actuación política, en las que se implicaron sus hijos Leopoldo y Jaime. «Como Gobernador, nos apoyó y después nos cuidó», dijo.

Genaro reafirmó su convicción de luchador social por la democracia en 1968: «Nosotros no fuimos perdedores, para nosotros el Movimiento Estudiantil de 1968 fue un éxito; y lo fue por el cambio que se dio en el país desde ese tiempo hasta nuestros días; de hecho, fuimos los promotores del cambio».

Estas notas las dedico a Leopoldo, Jaime y Lourdes Sánchez Duarte, por su afecto a Genaro Valentín, quien definió su vida en una lucha gestada en los sueños políticos de don Leopoldo, pero en otra trinchera y en otro tiempo; existió continuidad generacional en la idea de transformar la realidad política, con la bandera de la Justicia Social en beneficio del pueblo sinaloense.

Las brumas políticas tienden a disiparse. Las imágenes adquieren nitidez y crudeza. En el caso de don Leopoldo Sánchez Celis, el balance es positivo. El detalle de su actuación lo afirma como uno de los gobernadores sinaloenses de fuerte presencia en el imaginario político de los sinaloenses, y su actuación con respecto a la Universidad de Sinaloa –afianzada como autónoma por su decisión visionaria–, le confieren un lugar en el Salón de la Memoria Universitaria, que estamos construyendo.

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