Me aterra que intenten confundir a los fieles católicos con discursos de odio disfrazados con un falso respeto a la diversidad, pues expresan que sí respetan que «existamos», más no que se nos concedan los mismos derechos. ¿Dónde está la filosofía de Jesucristo en todo esto?
Nos han tomado a todos por sorpresa las declaraciones del padre Jimmy esta semana, donde anuncia su emancipación de la Iglesia Católica, decisión que toma –según lo expresa– por la «dureza y doble moral de la cúpula del clero.»
Por supuesto ha generado mucha controversia, con partidarios a favor, otros en contra, pero sin duda –y lo más importante– es que nos hace reflexionar a todos acerca de la religión en nuestras vidas.
Desde niños, la gran mayoría hemos sido criados en hogares católicos, educados en escuelas católicas, vivido dentro de una sociedad llena de profundas raíces católicas.
Como miembro de la Comunidad LGBTI nunca me he sentido parte del catolicismo, a pesar de haber sido bautizado y confirmado, pues no asistiría a escuchar un sermón de una institución que piensa que soy una abominación y que me condena en vida al «infierno.»
La espiritualidad es muy importante en nuestras vidas, independientemente de la fe que profeses; es hasta saludable, pues si caes en depresión o tristeza, sales adelante mucho más rápido empujado por tu creencia en un ser superior. Las personas con una creencia espiritual son más plenas, te proveen un sentimiento de crecimiento personal. Es una roca a la que te puedes aferrar en tiempos difíciles.
Indudablemente, el anuncio del padre Jimmy abre las puertas a los creyentes cristianos de la Comunidad LGBTI a retomar su espiritualidad y sentirse plenos con ello.
Fuera de los excesos del clero católico romano apostólico, que como en todas las instituciones hay buenos y malos elementos, siento que debemos darle una oportunidad al padre Jimmy, o al menos el beneficio de la duda, pues conformar una Iglesia no debe ser nada fácil, y de él y de sus firmes convicciones dependerá el éxito de la Iglesia Divergente.
Me aterra la filosofía de una religión universal única en todas sus dimensiones, imposible hasta geográficamente, ya que el mundo tiene una DIVERSIDAD de religiones. Los más fieles católicos cristianos apostólicos romanos parecen olvidar que no estamos en el siglo XVI, donde tenías que abrazar la nueva religión o morir.
La historia nos cuenta que en un mundo monoteísta, extremista, intolerante, se han cometido los más grandes abusos. Me aterra también que el discurso de odio que por miles de años se ha vertido en contra de la Comunidad Gay, aún permanezca vigente, ahora bajo el lema: «Dios ama al pecador, pero aborrece el pecado», atribuido a la Biblia sin saber que proviene de Mahatma Gandhi, hombre que no profesaba ninguna religión en particular.
Me aterra que intenten confundir a los fieles católicos con discursos de odio disfrazados con un falso respeto a la diversidad, pues expresan que sí respetan que «existamos», más no que se nos concedan los mismos derechos. ¿Dónde está la filosofía de Jesucristo en todo esto?
No piden respeto a su opinión, pero cómo vamos a respetar una opinión homofóbica, que no porque provenga de la Iglesia significa que sea válida, respetable e inofensiva.
Como dice Mariola Rubio, fundadora de Corazón Abierto AC: «Nadie nace homofóbico, no conozco un sólo bebé que lo sea.» No criemos más generaciones intolerantes a la diversidad, en cualquiera de sus formas.
«No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener, hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia.» Sabio, Mahatma Gandhi.