NUESTROS PROPIOS ORLANDOS Y XALAPAS

Sin duda los acontecimientos de Xalapa y Orlando son una desgracia que nos han impactado muchísimo y han sido los trending topic de la semana, pero no hay que ir demasiado lejos: en Culiacán, nuestra ciudad, el año pasado fueron asesinados cinco miembros de la Comunidad LGBTI, mientras que otra integrante está aún desparecida. Se trata de crímenes que todavía no han sido resueltos, debido al desinterés de las autoridades por hallar la verdad.

A casi ya un año, familiares y amigos de Britanny, Yahaira y Nicol siguen sin respuesta sobre el por qué les quitaron sus vidas; y desde el pasado el 8 de junio –día en que  Fran y Vania fueron encontrados muertos–, sus seres queridos se encuentran desconsolados y claman por justicia.

Aún estamos a la espera de noticias sobre el paradero de Monse Imperial. Para ella, nadie hizo un #pridefor; ni para ninguno de los ya mencionados. A muy pocos de verdad les importó, pues vivimos ajenos y ausentes a los problemas que pasan en nuestra propia comunidad; pero, en cambio, sí somos los primeros en alzar la voz, en postear, hacer directs, cambiar nuestras fotos de perfil con lazos alusivos a otros trágicos sucesos, y compartimos indignados las noticias de lo acontecido cuando sucede en ciudades del primer mundo. Porque, claro, en aquellas metrópolis sí hay personas que en realidad les importa lo sucedido. Y se manifiestan y salen y reclaman y exigen a sus autoridades acciones concretas. Y se vuelven temas de “moda”.

Gracias a los esfuerzos por parte de los Comités de la Diversidad de Culiacán y Mazatlán en lo que se refiere a la organización de las Marchas, se ha contado con bastante asistencia; y cabe mencionar que a pesar de ser nuestras marchas, casi en similar proporción se ha constatado nutrida presencia de hombres y mujeres heterosexuales. Pero deberíamos ser muchos más. Sé –y no me dejarán mentir– que si realmente saliésemos todos a marchar y hacernos escuchar, en Culiacán llenaríamos la avenida Obregón desde La Lomita a Catedral, y mínimo la mitad del malecón en el puerto de Mazatlán.

Pero no desde el confort y el anonimato que nos dan la computadora, una lap y/o el celular.

Criticamos a aquellos que sí salen a marchar por cómo van vestidos, por cómo van pintados, por si enseñaron tal asunto, o por si no enseñaron lo otro, y queremos argumentar que nosotros no salimos a la calle bajo el amparo o la excusa de que no logramos sentirnos representados, cuando lo que menos debería importar es qué es, o qué personifica cada quien, si travesti, si transgénero, si lesbiana, etcétera, porque en realidad lo que en el fondo debe interesarnos es que todos pertenecemos a la Diversidad. Es que todos somos Diferentes.

Debemos dejar a un lado la desidia y reconectarnos con nuestro entorno, debemos interesarnos en lo que pasa a nuestro alrededor, ser de verdad ciudadanos. Resulta increíble el porcentaje de ausentismo en las pasadas elecciones, y luego nos andamos quejando de las malas decisiones que toman las autoridades, cuando en realidad fueron muy pocos quienes las eligieron. De esto se trata: de tener autoridad moral a la hora de señalar. Y ésta se logra participando.

Ante los hechos, espero que motivados por los trágicos sucesos nacionales e internacionales, vayan, asistan y se manifiesten en las próximas marchas: Mazatlán, el 9 de Julio; y Culiacán, el 23 de Agosto.

Ya no queremos Orlandos o Xalapas en ninguna parte. Y tampoco más asesinatos o desaparecidos en Sinaloa. Si realmente se llega a tener conciencia de lo que se puede lograr cuando un grupo de ciudadanos de verdad se une y hace escuchar su voz, lograríamos mucho más. La primera marcha de Culiacán captó el interés de los políticos e inició, al interior del Congreso del Estado, un debate por el matrimonio igualitario. Ahora nos toca a nosotros marcar la próxima agenda.

Sí se puede.