No puedes dar credibilidad a lo que empieza con falsedades. Y por partida doble. Hablo del volumen publicado por el Instituto Sinaloense de Cultura (ISIC) respecto a su propia historia, que resumo como Cuatro décadas de trabajo cultural en Sinaloa. Desde el título mismo oferta al lector que al abrir sus páginas navegará en lo acontecido entre 1975 y 2015, pero falsea desde el inicio porque el grueso de la edición es un obsceno informe de labores de la dirección que encabeza María Luisa Miranda Monreal, concentrado en el año 2015: de un total de 206 páginas, 120 están dedicadas a su gestión, rebosante de epítetos, cifras fabulosas y fotos espectaculares. Y no fueran fabulosas y tampoco importaran los epítetos –ni la espectacularidad de las fotos-, si se hubiera sido honesto con la entrega diciendo que sí, mire, queremos porque podemos, o al revés, ofrecerle un quemón de lo que hemos hecho hasta el año tal, aprovechando la cosa del aniversario y porque ya casi nos vamos.
El libro que debiera hablar de los 40 años del ISIC puede leerse como un informe disfrazado de historia institucional.
En otras palabras, no tenía por qué llegarse a la obscenidad de un informe disfrazado de historia institucional, oportunista y abusivo. Y falsea por partida doble al imprimir el nombre de Francisco Padilla como el autor del compendio completo, porque a leguas se nota que encasquetaron el informe que le digo, pero no sólo la puntita, puesto que con él se inicia el libro y corre por delante de la mitad. La permisión del cronista Padilla es sólo asunto suyo, y a su cuenta y riesgo. Ante el descaro de todo lo que aquí se ha dicho, las páginas se deslizan con cierto enfado; y te provoca hilaridad descubrir que las primeras líneas supuestamente las escribió el gobernador Mario López Valdez, asunto que en otras ocasiones y en otros libros como que lo dejas ir, esto es: cualquiera sabe que en realidad los políticos no leen ni escriben y sin embargo firman textos a lo bruto, pero como ya estás enojado por el engaño al descubierto, pues como que no te lo permites y sueltas la carcajada y dices, ay, qué ternura de mandatario: hablando de cultura y de la madre que la parió. Y para que no quede duda de quién es el “bueno”, la primera imagen del libro por supuesto es suya y derramada en la hoja completa, seguida por otra de María Luisa Miranda Monreal, desde luego que encantadora, muy trabajada en Photoshop o de cuando vino a la inauguración del Festival Cultural Sinaloa, en 1987, enfundada en un traje sastre de paño oscuro. Aquí llegas al punto de no me la acabo, por Dios, que alguien abanique un poco de aire porque te asfixias de la carencia de pudor al leer que la señora felicita a Francisco Padilla por el texto impreso en un libro que califica de sencillo, cuando en realidad es todo lo contrario. Y le sigues para adelante -quién sabe si por morbo o masoquismo- sacadísimo de onda con un dizque Padilla dedicando líneas, con santo y seña, a la infraestructura con que se cuenta, con todo y oficinas; posteriormente, el dizque Padilla no tiene empacho en teclear la totalidad de la estructura orgánica del ISIC y los nombres enteros de su quincena de funcionarios, como si eso importara; pero, oh, claro que la cosa tiene relevancia, descubres enseguida, dado que esa estructura es novedosita y la propuso nada más y nada menos que la señora Miranda “después de un arduo proceso de reingeniería institucional”, pero de verdad arduo, oiga, con desvelos y cosas así. Bien a modo el dizque Padilla al anotar que sí, ándele, la cultura sí que tuvo un nuevo impulso con la llegada de López Valdez y séquito acompañante, María Luisa Miranda incluida, y se re conceptualizó el asunto y se redefinió la acción pública en cultura; y que hubo foros y reuniones para armar la grande de esta gestión: el Programa Sectorial de Cultura, que no reconozco y aparte me da escalofríos eso de sectorial. Por las sectas, digo. Y empiezan a hilarse cifras fabulosas, como por ejemplo que andan por allí alrededor de 56 proyectos “estratégicos y sustantivos”, los que contienen Más de todo, pero Más y Más, casi tan parecido a una canción de José Alfredo Jiménez. El dizque Padilla se pone fantástico en el cierre del informe al referirse a cierto programa que intenta darle de piquetes a la violencia y hacer volver la paz para que todo cristo a la redonda goce con florecitas y bailecitos. Concluye con fotos espectaculares y pareciera que delante sí podrás leer la historia prometida, esa que habla de los 40 años de vida del ISIC. Pero eso está en veremos. Y punto.