No sabíamos que era tan necesaria hasta que nos llegó la noticia de su muerte, escribió Paco Ignacio Taibo, enterado del deceso de Amparo Ochoa en Culiacán, Sinaloa, su tierra de origen y donde el jilguero descansa desde aquel 7 de febrero de 1994… 22 años han pasado y todavía muchos padecemos el desamparo de la querida Amparo Ochoa. Su canto hace falta en este México de claroscuros.