Sale. Ande, pues: vamos especulando. Pasa, fíjese, que desde el sábado anterior traigo una retahíla en la cabeza imaginando el cuadro del mundillo cultural sinaloense, en caso de que el designado desde Los Pinos para jugársela como candidato del PRI a la envidiada silla de gobernador –un tal Quirino Ordaz Coppel–, triunfara en la contienda. He de suponer que varios personajitos se andan jalando los pelos, frustrados porque no les dieron el sí a sus gallos, en el entendido de que soñaban con ocupar el puesto de María Luisa Miranda Monreal en el Instituto Sinaloense de Cultura (Isic), la mujer que vino del norte, la señora que levantó una polvareda entre aquellos que se sentían la divina garza intelectual, los que no perdonaron que una «extraña» llegara a aposentarse en ese sitio que consideraban suyo. Independientemente de los pro y los contra, de las cuentas que le saquen a doña María Luisa de su gestión, uno de los torbellinos con el que tuvo que lidiar fue precisamente el hecho de que no pertenecía a ninguna capillita cultural de por aquí; y entonces los epítetos, la mala onda y que mejor se regresara a Los Mochis a seguir moliendo caña. Pero pues quién sabe qué creían, o de cuál fumaron, porque fue público y hasta vergonzoso darse cuenta que la gran mayoría de los promotores conocidos, llámense administradores de oficio cultural, llámense actores, cantantes, poetas y cualquier otro conexo que se le parezca, no dudaron ni tantito en ponerse la camiseta de Jesús Vizcarra Calderón, participando en foros, mítines y hasta volanteando en los semáforos.
Raúl Rico, tal vez el próximo titular del Instituto Sinaloense de Cultura.
Y no quiero decir, ni digo, que ese tumulto a medias pero selecto, y por mucho, sectario, debió ir a la contra y enlistarse en la campaña de Mario López Valdez; más bien varios de ellos ni maldita la gracia que les valía andar levantando el dedo, porque ya contaban con una trayectoria y con válido respeto por su quehacer artístico. Por supuesto que existían los «otros», esto es, los que no son ni Chana ni Juana, es decir, aquellos que no saben ser otra cosa más que burócratas de la cultura, y pues el asunto de algún modo justificaba su filiación. Y aún la justifica. Y pues de ningún modo López Valdez iba a depositar su confianza en alguno de ellos, más cuando emergió de una contienda de enfrentamientos y definiciones, de revueltas al interior del propio PRI. Entonces, lo más lógico y casi de sentido común fue que pusiera en el Isic a alguien de cercanía y fidelidad, que fue el caso de María Luisa, le doliese a quien le doliese. Y les dolió a bastantes. La ciudad de Los Mochis al poder. Prácticamente en todos los niveles, incluido el Isic. Y sucede, fíjese, que el mismo dolorcito lo deben estar padeciendo varios, con eso de que el tal Quirino es mazatleco, y que por el puerto a fuerza tiene sus quereres. De vencer, oiga, pues entonces sería Mazatlán quien arribara al poder, incluidos varios de sus personajes. Y es justo en este punto donde me ha ganado la retahíla de la especulación, porque su mejor carta sería Raúl Rico, actual titular del Instituto de Cultura, Turismo y Arte de Mazatlán, que se la baraja aparte entre todos los demás municipios y sobre el propio Isic, con una cartelera espléndida, incluyendo la organización de un carnaval de etiqueta internacional. Ante la consumación de los hechos respecto al tal Quirino, también podría especular que varios andan como locos intentando hacerse de un cuarto de hotel en Mazatlán, so pretexto de diversión carnavalesca, cuando lo que en realidad buscarían sería propinar hasta codazos con tal de acercarse a Raúl Rico. Pues cada quién, oiga. En lo que a mí respecta, al señor lo conozco de efímeros saludos por elemental educación. Lo más cercano que estuve a él, en un grupo petit comité, fue hace ya muchos años y en una situación definitivamente incómoda, cuando Jesús Vizcarra Calderón, siendo todavía presidente municipal, lo puso en papel de juez, a él y a quien era director del Isic, para que juzgaran el trabajo de la persona que tenía al frente de Cultura, que resultó una grosería de Vizcarra y una falta de respeto a la dignidad de sus invitados, quienes se quedaron absortos, boquiabiertos y absolutamente desconcertados. Pero pues nada perdería haciéndole la lucha. Quién quita, fíjese, porque tal vez de allá del mar vendrá la próxima titularidad del Isic. Quizá sea «El hombre del puerto», parafraseando aquella película con Andrea Palma. ¿Alguien tiene un cuarto que me alquile? Ja. Y punto.